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Albaladejo es un pequeño pueblo situado al Sudeste de la Provincia de Ciudad Real, próximo a los límites provinciales con Albacete y Jaén. Su nombre deriva de la forma “albala”, que significa “camino”, ya que por aquí transcurría una vía romana que siguió siendo utilizada en la Edad Media. Actualmente tiene comunicación viaria por carretera con Montiel, Villanueva de la Fuente, Terrinches y la provincia de Jaén.
Construido sobre las laderas de un pequeño cerro amesetado, bajo el cual discurre el arroyo de la Cañada, su trazado urbano evidencia una importante herencia medieval, con una antigua fortaleza y la iglesia coronando aquél y un caserío sencillo -con edificios de una y dos plantas- distribuido de forma irregular a sus pies. En este desigual trazado, de calles empinadas, se intercalan pequeños espacios abiertos a modo de plazuelas, entre las que destaca la Plaza de la Constitución.
Sus algo más de 48,5 km² de término municipal nos permiten contemplar un paisaje amesetado al Norte, viniendo desde Montiel, cubierto con vegetación de monte bajo mediterráneo (herbácea y arbustiva), mientras a Poniente, esta meseta se rompe en una sucesión de pequeños cerros, con olivares en sus laderas. Al Este y Sur, la vista se pierde en la amplitud de llanuras cultivables -dedicadas a la explotación de cereal y olivar fundamentalmente- hasta topar, ya fuera del término, con la zona agreste y montuosa de las Sierras de Alcaraz y Segura, por donde discurre el río Guadalmena.
Varios han sido los historiadores que han identificado Albaladejo con la romana Paterniana, cuyo nombre devengaría en Paterno, situada en las proximidades de la vía Hercúlea o alguno de sus ramales.
Ruibal considera que la población musulmana se asentaría en esta zona en fecha temprana y, quizás ya en el s. IX, existiera un castillo. No obstante, éste no ha llegado a nuestros días, ya que los restos de la fortaleza conservados son posteriores.
Conocido el lugar en el medievo también como Villar de Casa Paterna y Alvaladiello, la presencia cristiana en Albaladejo es tardía. Tradicionalmente se ha dado por buena la fecha de 1170, ya que hay referencias a la cesión de Asbaladejo por el rey Alfonso VII al caballero D. Esteban Illán en ese año. Sin embargo, la fecha parece excesivamente temprana si tenemos en cuenta el devenir del Campo de Montiel -las primeras plazas fuertes fueron tomadas tras la Batalla de las Navas (1212)-. Además, el lugar a que se refiere esa cesión es un castillo homónimo enclavado en la provincia de Cuenca.
Parece más razonable que esta zona fuera dominada por los cristianos tras la caída de Eznavejore (1213) y el posterior asentamiento de la Orden de Santiago en esta fortaleza un año después. Por otro lado, hay que esperar a 1223 para que el Villar de Casa Paterna o Albaladejo figure como posesión de la Orden de Santiago. Concretamente en la Bula Confirmatoria dada por Honorio III, en que se cita “... castellum Paterum” .
Hasta el año 1243 fue aldea dependiente de Villanueva de la Fuente, pero tras esta fecha, gracias a una resolución de Fernando III el Santo por la que se ponía fin a las disputas entre Alcaraz y la Orden de Santiago, se independizó como villa, con el nombre de “Albaladejo de los Freiles” en honor de los caballeros santiaguistas que la habían reconquistado. Desde este momento pasó a formar parte de la Encomienda de Segura de la Sierra.
Los recursos humanos eran escasos, por lo, que en su afán de poblar la comarca, el maestre Suárez de Figueroa concedió en 1404 a los herederos de Albaladejo una dehesa boyal.
El siglo XVI comenzó para esta villa con un lento pero progresivo crecimiento demográfico, cuya evolución puede rastrearse a través de estas cifras: 70 vecinos en el año 1478; 120 en 1515; 250 en 1575 y 304 en 1591. Sin embargo, durante la Edad Moderna puede ser considerado una villa “modesta” poblacionalmente hablando. Entre sus vecinos del siglo XVI se encontraban diversas familias moriscas, que habían llegado a estas tierras procedentes del Reino de Granada. Esta tendencia progresiva se interrumpió e invirtió a lo largo del siglo XVII, para llegar al siglo siguiente con cifras más esperanzadoras.
Albaladejo dispuso, tradicionalmente, de dos dehesas para su aprovisionamiento: La Dehesa del Carrascal y la Dehesilla, cuya hierba, en caso de necesidad, y previa licencia real, podía ser vendida, empleando los maravedís así obtenidos para subvencionar las obras arquitectónicas, civiles y religiosas, más importantes. Esta será una de las claves para las reformas experimentadas por sus principales edificios religiosos durante el reinado de Felipe II.
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En Albaladejo existen varios ejemplos de arquitectura religiosa de interés monumental o artístico, principalmente ermitas, como la de San Isidro o la Cueva de La Virgen. La primera está situada al norte de la población, en una estratégica loma sita en la bisectriz de un gran barranco calizo que sirve de zona de acceso a la población desde el Campo de Montiel. Con el nombre de San Sebastián, fue citada en la Relaciones Topográficas. Hoy, la fábrica no parece tener más de cuarenta años. Su estilo es algo ecléctico: paramento blanco, liso, con refuerzos de ladrillo en las esquinas y jambas de la puerta y ventanas, las cuales se cierran con arcos apuntados. La fachada principal se remata con una moldura coronada por dos pináculos a los lados y una espadaña pequeña con arco de medio punto, sobre la cual se eleva una cruz de forja. El interior es liso, sin retablos, de bóveda ojival rebajada y zócalo alicatado al estilo andaluz. La imagen del santo se eleva sobre un altar escalonado. La cubierta es de teja árabe, a dos aguas.
El otro ejemplo, la Ermita de la Virgen, es una cueva excavada en la roca y con unas dimensiones de 5 x 3 m. En uno de sus laterales se observa un pequeño nicho, que posiblemente se deba al culto religioso. La entrada es de reciente factura, formada por un arco compuesto por mampostería caliza trabada con cemento, idéntico recurso que se utiliza para el suelo.
Por otro lado, en lo referido a la Arquitectura Civil, dentro del casco urbano de Albaladejo existen algunos ejemplos interesantes de arquitectura civil de la Edad Moderna. Uno de ellos es la llamada Casa Grande, enmarcable a un Renacimiento Tardío por el uso clasicista de medallones en las jambas y la existencia de un patio central en el interior.
Otras viviendas, como c/ Marilillo, 71 o Plaza de la Constitución -esquina calle Hospital- presentan un avanzado estado de ruina, por lo que necesitan una pronta intervención. En la casa de la calle Doctor Ojeda, 4, de reciente factura toda ella, se colocó un escudo que, según fuentes orales, había permanecido abandonado en un corral durante mucho tiempo. Parrilla Alcaide y Parrilla Nieto lo datan en la segunda mitad del siglo XVI. Tiene por armas, en cuatro cuarteles, bandas y león coronado, castillo, un buey surmontado de tres coronas, un león rampante y, entado en punta, una cruz de Santiago. Esta timbrado con una corona marquesal y orlado con una leyenda donde malamente puede leerse “SALUS (?) RUIVECIEI (?) / PROPRIA STIRPE”. En opinión de Parrilla Alcaide y Parrilla Nieto, podría tratarse del emblema del Marqués de Villanueva del Fresno, titular de la Encomienda de Segura entre 1550 y 1557.
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Conviene no olvidar en Albaladejo la existencia de la magnífica villa romana de Puente de La Olmilla. En 1973 se produjo el hallazgo casual de un mosaico al realizar labores agrícolas en la fértil vega existente en el paraje conocido como Puente de la Olmilla. Según García Bueno, el mosaico pertenece a una importante villa romana bajoimperial (siglo IV), que fue objeto de diversas campañas de excavación arqueológica a lo largo de las cuales se han descubierto un patio, un peristilo, varias habitaciones, un pasillo central y varios mosaicos polícromos. Estos restos permiten hacerse una idea de la planta de la antigua villa: era una casa solariega de varias habitaciones, con un núcleo central ajardinado y un peristilo al cual se llega a través de un pasillo. En el lugar elegido por sus moradores había una construcción anterior de época altoimperial (siglo I d.C.). Sus muros se levantaron con piedras locales, irregulares y de mediano tamaño. Algunas de ellas se enlucieron con yeso y se decoraron con pinturas que imitaban las texturas del mármol. La cubierta era de teja, y los suelos de tierra apisonada, opus caementicium, opus signinum y opus spicatum. Los mosaicos, que ocupan unos 200 m2 en varios espacios de la vivienda, ofrecen motivos animales (panteras) o geométricos. En ellos se percibe cierta influencia norteafricana y un acusado barroquismo. En cuanto a los objetos aparecidos, cabe destacar las ánforas para almacenar vino y aceite, los vidrios y las cerámicas finas de importación. En los alrededores de la villa excavada podrían encontrarse restos de construcciones de utilidad agropecuaria, o sus termas. Según todos los indicios, la villa fue abandonada tras un período de decadencia, pero no destruida violentamente. La superficie hasta ahora excavada ronda el 50% del yacimiento, que apenas cuenta con potencia estratigráfica y se halla prácticamente en superficie.
· Castillo de Albaladejo
El único ejemplo que tenemos en Albaladejo de arquitectura militar es su Castillo. Se sitúa en la parte más elevada del casco urbano, coronando el cerro amesetado sobre el que se asienta el pueblo. De su fábrica original sólo se conservan una mínima parte de los muros y dos deterioradas torres que la cerraban a un lado y otro. Su planta era rectangular. Era de pequeñas dimensiones. Su eje mayor mide 32 metros y el menor 13. No en vano, en el siglo XVI, las Relaciones Topográficas lo describen como Torre:
“...en esta villa ni su término no hay castillos, ni torres, ni fortalezas, sino es solamente una torre, ...questa es muy antigua, ..., y que la obra que tiene dicha torre es de cal y piedra, y por de dentro tiene una bóveda de ladrillo muy bien hecha, ..., y que en ella no hay armas ninguna”.
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· Iglesia de Santiago Apóstol
La Iglesia Parroquial de Santiago de Albaladejo remonta sus orígenes a los tiempos inmediatos a la Repoblación. Es posible que los primeros pobladores hubieran habilitado alguna estancia en la fortaleza para utilizarla como capilla, atendiendo así a sus necesidades espirituales. No obstante, las primeras noticias sobre esta iglesia son del siglo XVI, construida a la par que el Castillo, pero independiente de él. En 1495 comenzarían unas obras de ampliación, prolongándose durante la centuria siguiente, determinando la elección de un modelo “prerrenacentista”, conectado con los presupuestos artísticos difundidos por la escuela infanteña.
En esta primera etapa, el interior se articulaba sobre arcos fajones, apuntados, apoyados sobre pilares con baquetones incrustados de capiteles cilíndricos y basas poligonales. Poseía tribuna de madera sobre arco carpanel a los pies, bajo la que se instalaron la pila bautismal y la alacena de los santos óleos. También en esta zona se encontraba la torre. Como elemento complementario se construyó una sacristía, adosada al lado sur. El altar mayor se adornaba con un retablo, hoy perdido. La anchura total de la nave se consiguió en dos fases sucesivas, implicando el ensanche del presbiterio. La fecha de 1575 marcó el final de la reforma, aunque por aquel entonces el crecimiento de su población evidenciaba la necesidad de ampliar aún más su capacidad.
A finales del siglo XVII comenzó una segunda fase constructiva, tras un obligado parón ante unas limitaciones económicas que impedían emprender ninguna obra de envergadura. Las obras se fechan entre los años 1689 y 1750, suponiendo la aparición de nuevas influencias estéticas postherrerianas. El modelo final responde a un templo con una sola nave de cruz latina, conservando la cabecera recta. El crucero se engrandece mediante cúpula ovalada. Sus brazos, cuadrados, introducen planteamientos centralizados cercanos al Barroco, con preferencia por la cúpula esquifada. Los arcos de ingreso a estas capillas, lo mismo que la concepción de una bóveda de medio cañón con lunetos y arcos diafragma apilastrados, remiten a presupuestos anteriores de tradición herreriana, todavía conectados con la mencionada Escuela de Infantes. Predomina cierta “rusticidad” en la ejecución final, determinada quizás por las sucesivas restauraciones. La anchura total disminuyó considerablemente, obteniéndose cierta elegancia monumental. Predominan la claridad compositiva, la eliminación de cualquier objeto que impida dirigir la vista hacia el altar mayor. Los blanqueos sucesivos, unidos a la pureza de las líneas contribuyen a incrementar esta quietud. Se impone la horizontalidad a pesar de la reforma del alzado. La luz, a través de los escasos vanos termales, introduce un serena claridad que completa el conjunto.
Esta parroquia, aunque fue considerada “de poco mérito” por Pascual Madoz en el siglo XIX, es directa heredera de las escuelas Castellana y Toledana de los siglos XVI y XVII. Se conservó modestamente hasta el siglo XX, cuando sufrió los efectos negativos de la Guerra Civil.
Despojada y arruinada, tendría que esperar a la década de los setenta para ser restaurada, enmascarándose parcialmente sus perfiles, aunque conservó en su raíz la estructura básica del siglo XVIII.
Edificio ubicado en lo alto de pueblo; aislado, junto a los restos de castillo. Tiene planta de cruz latina con cuerpos menores adosados al crucero. La torre que se halla a los pies es cuadrada y sólida, en el centro de la nave, con cuerpo prismático de escalera de caracol adosada. Muros de mampostería ordinaria y sillares en las esquinas, con contrafuertes. Dos puertas de acceso, principal con arco en medio punto con nervios en arquivolta, y secundaria con arco dovelado con escudo en la clave. Interior de una nave cubierta de bóveda de cañón. Crucero con cúpula central y sobre las capillas de los brazos. Pequeña capilla con bóveda nervada. Coro a los pies de la nave, con forjado de madera sobre columna de piedra central.
Durante la segunda mitad del siglo XIII, los caballeros de la Orden de Santiago construyeron una pequeña ermita junto al castillo. Sobre ésta se levantó una iglesia de mayor tamaño a finales del siglo XV y principios del XVI, tras la activación económica y el aumento de población, de la que tenemos noticias por los Libros de Visitas de la Orden de Santiago.
En 1575 debía estar construyéndose todavía parte de su obra, pues en las Relaciones Topográficas de los Pueblos de España ordenadas por Felipe II se dice que parte del dinero procedente de las rentas de las dehesas concejiles “... conforme a la licencia e real provisión de Su Majestad se gastan en la obra de la iglesia y en otros aprovechamiento.”
Posteriormente se le añadirán otras dependencias conformando su estado actual.
Encuadrada dentro del clasicismo desornamentado del Renacimiento, consta de una sola nave con crucero formando la cruz latina. La cabecera, orientada al saliente, está formada por un ábside recto donde se sitúa el altar mayor a un nivel superior.
La bóveda de cañón que cubre en tramos por grandes arcos pianos, repetidos rítmicamente. La nave del crucero está cubierta por cúpulas semiesféricas.
Esta construida a base de mampostería careada. La sillería se limita a las esquinas, contrafuertes y la torre-campanario, situada a los pies de la iglesia.
Por medio de una escalera de caracol, instalada dentro de un cuerpo cilíndrico adosado a dicha torre, se accede al coro, a las bóvedas y al campanario.
La portada principal, situada en el lado sur, cuenta con un arco de medio punto que insinúa un remate conopial en la clave adornando por diferentes moldurillas lisas, prolongación de jambas, a modo de arquivoltas.
Es digno de mención el espectacular mirador del Campo de Montiel que tiene al sureste.
• Villa Romana “Puente de la Olmilla”
Se trata de la primera excavación sistemática realizada hasta la fecha en la provincia de Ciudad Real (1972). Esta situada junto al camino de Anibal. Se trata del tipo de villa residencial y agrícola. Esta construcción estaba decorada en su totalidad con grandes pavimentos de mosaicos policromados de los que se han descubierto hasta ahora 5. También se ha podido identificar el lugar donde estuvieron situadas las instalaciones termales y posiblemente la necrópolis. Saber más...
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Se celebra el domingo de resurrección. Consiste en salir corriendo por la calles con la imagen del cristo resucitado. Saber más...
Del 23 al 26 de Julio, se celebran la Feria y Fiestas en honor de Santiago Apóstol, con la tradicional vaca ensogada.
El día 25 de Julio, coincidiendo con la festividad de su patrón Santiago Apóstol, por la mañana se suelta una vaquilla por las calles del pueblo (la vaca ensogada).
Es interesante como todos los habitantes del Albaladejo, salen al encuentro de la vaquilla al campo.
Danza antigua y digna de ver, en la que 7 danzantes acompañados de un tocador y el capitán, visten trajes típicos y llevan cada uno una espada. Consiste en vestir una vara de cuatro metros con ocho cintas mediante un baile acompañado por la música del tocador. Van haciendo un tejido de cuadros, y después ahorcan al capitán, poniendo cada uno su espada encima de sus hombros y le rodean el cuello. Saber más...
El 25 de abril, se celebra en el paraje del Río Guadalmena. Antiguamente se celebraba en los parajes de “La noguera de la Castilla”, y actualmente se celebra en el paraje del Río Guadalmena y las “Hoces”.
El 15 de mayo, contando con ermita propia, se celebra en el paraje de El Santo. Tiene lugar una misa al aire libre y una invitación a los asistentes, con el tradicional “Tino”. Por la tarde se realizan concursos de reja, arado, etc.
El 10 de julio, se celebra un fin de semana antes con la subida del santo y Verbena Popular; un fin de semana después con la bendición de vehículos y procesión hasta la ermita. La ermita se encuentra en el paraje del río Guadalmena.
2º fin de semana de septiembre. Albaladejo revive el Siglo de Oro a través de una programación de actividades en la que se incluyen recreaciones históricas, demostraciones de esgrima, charlas, talleres, visitas turísticas, mesas redondas y mucho más. Una cita cultural que ha sido impulsada por diversos jóvenes de este municipio y que busca revitalizar la economía de la comarca, a través de la atracción de turistas. Leer más...
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