Por Juan Carlos Campos.-
La Carrera del Niño se celebra el Domingo de Resurrección en Albaladejo. Es una procesión de Semana Santa en la que se simboliza la resurrección de Cristo, pero la misma se desarrolla de una forma bastante peculiar.
A las 8 horas del domingo se abren las puertas de la Parroquia y hacen su entrada los jóvenes del municipio, que cogen la imagen del Resucitado “El Niño” en “andas”. La banda de cornetas y tambores interpreta el himno nacional y empieza la carrera. Después la imagen de la Virgen de los Dolores se traslada, en solemne procesión, hasta la plaza del pueblo acompañada de la banda a esperar a su hijo.
Mientras “El Niño” corriendo recorre varios parajes del pueblo, El Santo o Ermita de San Isidro, El Olmo (en estos parajes se encuentran ubicados manantiales o nacimientos de agua que antiguamente abastecían al pueblo, entonces era tradición ir a bendecirlos con “El Niño”), también se recorren otros parajes como la Virgen de la Cueva, Barranco de la Horca, las Eras del Puntal, de la Menga, y se dice que, antiguamente, se debía llevar a las tierras de cultivo de cereales para que las siembras fueran buenas. De hecho, hoy en día al comenzar el recorrido se le colocan alrededor de la imagen “manojos” de cereales: cebada, trigo, etc.
Alrededor de dos horas más tarde del inicio y una vez completado el recorrido por los alrededores del pueblo, “El Niño” llega a la plaza, donde su “madre” le está esperando. Se produce el encuentro y a la Virgen llena de alegría se le cambia el manto negro por el blanco, suenan tambores y cornetas y todo el mundo está emocionado. “El Niño” le hace una reverencia y le dan tres vueltas a la plaza corriendo: la primera por los jóvenes, vuelve al mismo sitio y, en la actualidad, lo cogen las mujeres, hace otra reverencia y a dar la siguiente vuelta, al llegar al punto de partida, lo cogen los niños igual, reverencia y vuelta, finalmente, cuando llegan otra vez frente a la Virgen, lo cogen los jóvenes que han hecho todo el recorrido y se inicia una procesión hacía la iglesia, donde se da por finalizada esta original procesión.
Lágrimas de corazón
Es curiosa nuestra relación. No nos veíamos desde hace un año y, sin embargo, no me he olvidado de ti ni un solo día. Una extraña fuerza me impulsa a volver a verte. Ni la implorada lluvia, ni la inmaculada ventisca de nieve me lo impedirá. Verte como siempre, erguida, limpia y majestuosa. Todavía no hemos cruzado ninguna palabra, aunque en todos nuestros encuentros una generosa y una profunda satisfacción me invade. Tus ojos, glaciares de lágrimas, llenan lentamente los manantiales de la esperanza. Los rayos del sol se cuelan en los rincones y recodos de tu manto terso.
El reflejo de sus bordados dorados, encandila su brillo a tus devotos y siembra en sus miradas, la semilla de la candidez.
Se que no soy el único que te venera, que son muchos los que viven la misma experiencia. Que mi fidelidad no significa nada y no puedo considerarte mía. Pero en realidad, no me importa. Solo se que cada año en el Domingo de Resurrección germina la pureza entre la multitud, pues se refleja en las lágrimas de corazón de tus devotos.
En tu casa redoblan los tambores con más ímpetu y es en ese momento cuando el sol alegre se cuela entre los colores vivos de tus vidrieras, llegando a tu esmerado rostro, para revelarnos la vida y su belleza.
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