Villamanrique es el municipio más meridional del Campo de Montiel. Emplazado en una meseta, su localización le convierte en enlace entre las sierras de Alcaraz y Sierra Morena, dentro de un paisaje donde predominan las suaves, pero continuas, elevaciones. Son la agricultura - con especial presencia del olivar y una cooperativa oleícola -, la ganadería de reses bravas, los recursos cinegéticos y la confección, las principales fuentes de riqueza económica.
Su término municipal, con una extensión de 370 km² queda articulado por carreteras locales que conducen a las localidades vecinas de Puebla del Príncipe, Torre de Juan Abad y Castellar de Santisteban, ésta ya en Jaén.
El río Guadalén cruza el término de NE a SO, recibiendo los aportes de los arroyos de La Cañada, Cobastigos y Perete. Este río diferencia dos tipos de paisaje. Por un lado, la depresión formada por su amplia vega, en la zona norte del término municipal, de amplias llanuras dedicadas al cultivo del cereal y al pastoreo en vastas dehesas. Por otro, el amplio sector comprendido entre su margen izquierda y el límite provincial con Jaén, con paisaje serrano.
C/Rey Juan Carlos, 3
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Villamanrique se localiza en el camino desde la Mancha hasta Andalucía, conectando la Meseta con el Valle del Guadalquivir. Esto, unido a su cercanía de las provincias de Jaén y Albacete la convierten en ruta de paso del Norte y del Este hacia el Sur.
Tradicionalmente se considera que este pueblo nació, como pequeña aldea dependiente de Torre de Juan Abad, a los pies de una Sierra llamada de San Cristóbal, donde se levantó una ermita desaparecida en los años finales del siglo XVIII, tomando el nombre de Belmontejo de la Sierra o Bellomonte.
Lugar de eminente valor estratégico, ocupado por los musulmanes, quienes levantaron una gran fortaleza denominada Eznavejor, reconquistada en el año 1213 por los cristianos, recuperando toda la comarca. Un año más tarde fue entregado a la Orden de Santiago para que lo poblara. Sin embargo fue progresivamente abandonado, y finalmente aterrado en ese mismo siglo XIII, a la sombra de un nuevo castillo llamado de Montizón, quedando el sistema defensivo asegurado mediante toda una red de torreones o atalayas complementarias.
La aldea de Belmontejo de la Sierra se repobló rápidamente bajo la jurisdicción de la Torre de Juan Abad, hasta que el 18 de Diciembre de 1474 consiguió su privilegio de villazgo de manos del Maestre Don Rodrigo Manrique, en cuyo honor cambió su antiguo nombre por el actual. En el ánimo de la Orden pesaba el deseo de terminar cuanto antes la repoblación del territorio, limitando la dependencia de su antigua cabecera en materia judicial y administrativa. Algunos autores consideran que la concesión del privilegio de villazgo formó parte de las dádivas concedidas por los Reyes Católicos a todos aquellos lugares y caballeros que les fueron fieles durante la guerra contra Doña Juana “La Beltraneja”. La Torre de Juan Abad sufrió el efecto contrario, convirtiéndose en el punto de mira de los ataques de los Manrique a lo largo de los últimos años del siglo XV, determinando su casi total despoblamiento.
Miembro de la Encomienda de Santiago de Montizón dominada desde su sede por la poderosa familia de Los Manrique, durante los últimos años del cuatrocientos y los primeros del quinientos, su población prosperó con rapidez, sufriendo durante el siglo siguiente el mismo proceso de crisis que los demás enclaves del territorio.
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La iglesia de San Andrés Apóstol se sitúa sobre un montículo, que desemboca en su lado Sur en una amplia plazoleta, con atrio empedrado. El ábside se abre junto a un estrecho callejón en el lado Este. De forma poligonal, con tres lados, recibe el refuerzo de cuatro estribos, siendo de sección circular los centrales, y rectangulares los exteriores. Todo el templo se realiza en buena sillería, unida con abundante argamasa, habiendo perdido el revoco original. Recorriendo todo el perímetro del templo, por encima de la línea de impostas se abre una galería de arquillos, realizada en piedra, bajo arcos de medio punto. En la fachada del Sur se adosa un doble cuerpo. En primer lugar encontramos el espacio de la sacristía, perteneciente al siglo XVII, unido a la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, antigua estructura del siglo XVI, reformada en la centuria siguiente para transformar su cubierta e igualarla en altura con la mencionada sacristía. Leer más...
El castillo de Montizón se localiza al SO de Villamanrique, a una distancia de 6 km., junto al Guadalén. Fue construido por la Orden de Santiago a mediados del s. XIII, con el nombre de Santiago de Montizón o Sant Yagüe. Aunque la mayoría de los autores lo considera de nueva creación, Bázquez apunta la posible preexistencia de una fortaleza de origen árabe, ya que en el año 913, las tropas de Abderramán III procedentes de Córdoba ocupan el castillo de Montizón.
Asimismo, se contemplan fechas diferentes para su edificación. Corchado se fija en la Sexta Bula Confirmatoria de la Orden, dada por Honorio III en 1223, en la que se lee «... castellum S. Jacobo cum suis pertinentis ...». Sin embargo, más bien se refiere a la fortaleza de Exnavejore, que pasó a llamarse Santiago desde su donación a la Orden por Alfonso VIII, recobrando su nombre original para diferenciarlo del nuevo castillo de Montizón. Asimismo, la mayoría de los historiadores fechan su construcción en tiempos del maestre don Pelay Pérez Correa (1242-47), basándose en el pleito establecido entre la Orden y el Concejo de Alcaraz en 1243, en que se hace mención de la iglesia de Sant Iagüe.
Esta fortaleza se convirtió en la posición más avanzada de la Orden de Santiago en el Campo de Montiel, frente a una posible reacción desde el Sur. Sin embargo, el avance de la Reconquista y la ocupación de la zona de Jaén mermó el valor militar y estratégico del castillo, al dominar plazas como Iznatoraf o Vilche. Leer más...
Paraje Cerro Pardo, s/n
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La Casa de Jorge Manrique, se localiza en la esquina entre las calles Cervantes y Maestre Rodrigo. Se trata de una casa solariega con una noble fachada de líneas sobrias. Es de tradición renacentista. Los muros están levantados, en el cuerpo inferior, con grandes sillares; en la parte alta se combinan sillares y mampuestos. El ángulo de la esquina está reforzado en toda su altura mediante sillares.
La portada, de madera, queda enmarcada por un arquitrabe adovelado sobre jambas de grandes sillares almohadillados. En la clave del dintel hay un pequeño escudo algo deteriorado, en el que las sucesivas capas de cal apenas dejan entrever lo que parecen ser una cruz de Santiago y dos conchas. Una cornisa da paso a un balcón. Es un vano rectangular enmarcado por dos molduras paralelas, interrumpidas en la parte superior por la inserción de un nuevo escudo. Por encima de éste cierra el conjunto otra cornisa, de menores dimensiones que la inferior. Todo el conjunto queda rematado por un gran escudo nobiliario labrado en piedra moliz.
En esta fachada principal, a lo largo del cuerpo superior, se abren pequeños vanos cuadrados. Lamentablemente, en este caso no se ha respetado el gusto por la tradición y el vano del balcón ha sido cubierto por un horrendo mirador de aluminio, que ha venido a sustituir al antiguo volado con reja de forja.
En el interior, un zaguán da paso a un patio de planta cuadrangular, con suelo de baldosa de barro y galería sobre columnas toscanas con zapata, que sustentan una gran viga corrida, a modo de dintel. En un rincón hay una sencilla escalera que asciende a un corredor superior con pies derechos. En este caso, la tradicional balaustrada ha sido sustituida por un peto de obra y pasamanos de madera. En ambas galerías se abren ventanas y puertas rectangulares.
Hay una tercera planta, de menor altura, a modo de cámara. Sus vanos aparecen hoy cegados. La cubierta es de teja árabe a dos aguas.
Además de esta casa, son frecuentes las portadas con arquitrabes y jambas de grandes dimensiones, con escudo sobre aquellos. Se localizan preferentemente en torno a la Plaza de España, la Iglesia y a lo largo de la calle Jerónimo Frías.
Las primeras noticias que se tienen de dicha mansión es en la Carta de Privilegios que el Maestre Don Rodrigo Manrique otorga a Belmonte de la Sierra, nombre primitivo de este pueblo, en el año 1474 cediéndole a el Concejo de esta villa. El escudo que ostenta la fachada en el dintel de la puerta es de la familia Montoya y su factura es posterior a la época en la que Jorge Manrique ocupó dicho cargo. Tiene un gran interés como ejemplo de casa solariega del Renacimiento no solamente por su estructura sino por muchos elementos como puertas y rejas que la valoran.
En la actualidad este edificio en su totalidad presenta un avanzado estado de deterioro, debido al mal estado de conservación y mantenimiento.
Está declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de "Monumento".
Se localizan los restos de esta antigua fortaleza junto a la carretera de Torre de Juan Abad a Villamanrique, dominando un angosto corredor conocido como el Estrecho de las Torres.
Las noticias históricas referidas al enclave de Eznavejore anteriores a la dominación del Campo de Montiel por la Orden de Santiago son escasas. Entre éstas se encuentra una batalla ocurrida en 885, en la que el walid Abdelhamid derrota a las huestes del rebelde Aben Hafsum; el escenario de la batalla fue Hisna Xariz. En 1031, el derrocado califa Hixem III se retira o es llevado preso -hay distintas versiones- a la fortaleza de Hisn abi Sarif, en Sierra Morena. Asimismo, hay una supuesta ocupación cristiana de la zona y de Eznavexore en 1182, pero esta ocupación no llegaría a consolidarse y, tras la derrota de Alarcos se abandonaría el territorio. Leer más...
Torreón aislado localizado al Noroeste de Villamanrique, en las proximidades de Torre de Juan Abad, en un cerro que se eleva sobre el arroyo de la Cañada. Se trata de una torre vigía o atalaya que domina un amplio territorio de vastas llanuras que se extienden hacia el Sur, estableciendo contacto visual con el avanzado castillo de Montizón.
Para Ruibal, su fábrica es cristiana, del s. XIII, tras la caída de Eznavejore (1213). De planta cuadrada, sus muros son de mampostería, conservando en pie todos sus frentes hasta una altura de 12 metros. La entrada se ubica en el lado norte, donde queda la huella de un pequeño foso, lo que supondría la existencia de un puente de madera desmontable. Carece de restos de antemuro. Leer más...
La heráldica está representada en Villamanrique por un considerable número e blasones que sitúan al municipio en el tercer lugar del Campo de Montiel, después de Infantes y La Solana.
La encomienda de Montizón, perteneciente a la Orden de Santiago influyó durante mucho tiempo en el modo de vida de los habitantes del municipio, aportó belleza monumental al casco urbano y los comendadores dejaron valiosas muestras de heráldica en las mejores mansiones de la villa.
Los Manrique constituyeron en las Cortes Castellanas de los siglos XII-XV un poder oligárquico, que junto los Velasco, Luna, Zuñiga, Enríquez, Mendoza, Chacón y pocos más, influyeron notablemente en las decisiones de la Corona. En el Campo de Montiel la relevancia de este linaje fue considerable, especialmente en Villamanrique, que le debe su nombre actual y su consideración de villa.
Jorge Manrique fue designado por su padre, el maestre Don Rodrigo, para regir la encomienda de Montizón, cargo que desempeñó desde 1474 hasta su muerte en el año 1479.
Desde la localidad albaceteña de Villapalacios, los Manrique o más propiamente los Condes de Paredes de Nava, continuaron ejerciendo un considerable poder económico y social sobre la zona durante muchos años. Testimonio de esta influencia, extendida a Villamanrique, es el escudo de armas del duque de Guastala, esposo de la condesa de Paredes de Nava y Señora de Villapalacios, Maria Manrique de Lara.
• BLASÓN PERSONAL DEL CABALLERO DE SANTIAGO SEBASTIÁN SUÁREZ DE MENDOZA.
Escudo labrado en piedra, en buen estado, perteneciente a la primera mitad del siglo XVII y, situado en la fachada principal de la Casa de la Encomienda, calle Cervantes nº 11.
Al quedar vacante una vez más la encomienda, fue nombrado administrador el Marqués de Casano, García de Barrionuevo y Peralta responsabilizándose de Montizón y Chiclana desde el año 1647 hasta 1648 que fue designado Pedro Andrés de Guzmán, Marqués de Algaba.
Las armas de los Algaba se colocaron también en la fachada de la casa de la Encomienda, pero no puede precisarse si corresponden a Pedro o a su hermano Antonio, muerto en Orán siendo gobernador de aquella plaza africana. En cualquier caso, los beneficios de la encomienda sirvieron como pensión de viudedad a dos marquesas, porque en 1681 se concedía titularidad de Montizón y Chiclana a la segunda viuda, Mariana de Velasco y Ayala, esposa de Pedro.
Paseo de las Cooperativas, 2
Villanueva de los Infantes (Ciudad Real)
Tlf. 926 361 824 - 685 696 740
• BLASÓN PERSONAL DEL CABALLERO DE SANTIAGO PEDRO ANDRÉS DE GUZMÁN.
Casa solariega del siglo XVII perteneciente al Marquesado de Villahermosa. Destaca su pórtico con jambas de piedra y escudos en puerta y ventana que, por estar la fachada encalada, no se aprecian bien. Destaca también el bonito artesonado de sujeción de las canales a la calle.
• BLASÓN CORRESPONDIENTE AL ENLACE DE ANA VELASCO AYALA Y PEDRO ANDRÉS DE GUZMÁN.
Escudo labrado en piedra de la segunda mitad del siglo XVII, situado en la fachada de la casa de la Encomienda.
En 1682 se hacia cargo de la encomienda Nicolás Fernández de Córdoba, Marqués de la Granja que administró las rentas y realizó las mejoras y modificaciones que reclamó el patrimonio. La presencia de éste tendría una expresión heráldica de notable interés, ya que era prototipo de la alta nobleza española. En su genealogía el personaje aglutina por línea paterna las referencias familiares de Fernández de Córdoba, Figueroa y Ponce de León y; por línea materna era de la Cerda y Aragón, llevando consigo la sucesión al Ducado de Medinaceli.
Al fallecimiento de su hermano primogénito, Nicolás acumuló en su persona los títulos de duque de Feria y de Medinaceli más los marquesados de Montalbán, Priego y La Granja. Nicolás se desposó con Jerónima Espinola de la Cerda, pariente suya y relacionada con los marqueses de Balbases y de Garrés, comendadores que habían sido de Castilla y Carrizosa.
La descendencia de Nicolás, a través de sus hijos, trasladó los títulos paternos hasta nuestros días. Nicolás instaló su escudo de armas en la casa de administración y morada suya durante sus estancias en Villamanrique, que no serían largas habida cuenta de sus muchos cargos, entre ellos el de secretario del Consejo de Guerra de Carlos II.
• BLASÓN PERSONAL DEL CABALLERO DE SANTIAGO NICOLÁS FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA.
Fue administrador de la Encomienda entre los años 1681 y 1682, siendo titular de la misma la marquesa viuda de Algaba, Ana Velasco y Ayala.
Escudo labrado en piedra de la segunda mitad del siglo XVII. Situado en la fachada del nº 42 y 46 de la calle Jerónimo Frías. Con timbrado inquisitorial.
• BLASÓN PERSONAL DEL CABALLERO DE SANTIAGO VESPASIANO GONZAGA Y CAPUA.
Escudo labrado en piedra, deteriorado, segunda mitad del siglo XVII, situado en la fachada nº 60 de la calle Jerónimo Frías.
La presencia de dicho duque puede obedecer al matrimonio de Vespasiano con la Condesa de Paredes de Nava, María Manrique de Lara, señora de Villapalacios.
Su blasón en nada desmerecía de los Condes de Paredes de Nava, ya que el unía al ducado de Guastala los títulos italianos de príncipe de Malfeta y del Sacro Imperio, además del parentesco con el Papa Sixto V, que era su tío abuelo.
Los Baños de Perete se encuentran a media legua saliendo de Villamanrique por la carretera que nos lleva a Montizón, tras dejar a nuestra derecha la pequeña ermita de San Cristóbal. Es de agua mineral reconocida como muy útil contra la obesidad y las llagas. Cerradas sus cabinas y baños, sus puertas de color verde marchito, y diminutos ventanucos permanecen cerradas. Vacías y deterioradas sus bañeras...todo se encuentra en desuso, con algún que otro objeto, inútil, escondido entre la maleza y que el tiempo a teñido de óxido.
Ya no acuden a Perete los enfermos pertinaces en sus dolores reumáticos y artríticos a tomar los relajantes y beneficiosos baños de aguas calientes, a los que previamente, en el gran caldero que existía en el exterior, se le habían añadido hierbas silvestres que impregnaban con su aroma todo aquello cuanto acariciaban.
Los Baños de Perete empiezan a figurar con cierta asiduidad en documentos escritos en el siglo XVIII, como en una descripción de la Encomienda de Montizón del año 1740, y en la cual no se da noticia alguna de las propiedades beneficiosas de sus aguas, limitándose a constatar la presencia del lugar de Perete, pero según un conocidísimo estudio del siglo pasado esta agua son recomendadas para la lucha contra “...reumatismo, amenorreas, llagas, clorosis, afecciones cutáneas, menorragias, obstrucciones de las vísceras abdominales, herpes, esterilidad, sofocaciones uterinas, erisipela, gota, sífilis, ciática, anorexia, dispepsia, pirosis, escorbuto, temblores...”.
Pero indistintamente a esto, la magia de las aguas desempeñó un papel fundamental en la medicina popular-casero-mágica de los vecinos. Será el siglo XIX el momento de máximo esplendor de los Baños de Perete. Su fama traspasará las fronteras locales y comárcales, convirtiéndose en lugar de encuentro de numerosos enfermos.
Figuraran los Baños, entre otras, en las obras de Madoz, de San Sebastián de Miñano, en la Guía de Ciudad Real de Don Domingo Clemente del año 1869, en la Gran Crónica General de los pueblos de España, etc.; remarcando en todas ellas la finura y propiedades sanadoras de sus aguas.
En el Campo de Montiel, tenemos la suerte de conservar una venta en el término de Villamanrique, cerca del límite provincial con Jaén, y próxima a la carretera local de Villamanrique a Montizón, que mantiene su estructura elementos históricos sin haber sufrido grandes transformaciones, en un aceptable estado de conservación gracias a su utilización para usos agrarios y a la sensibilidad de sus dueños: Venta Nueva.
Por desgracia ha caído en el olvido, siendo conocida solo por los senderistas que recorren los bellos paisajes de su entorno, o un escaso número de estudiosos, por lo que es necesario darla a conocer y ponerla en valor.
Venta Nueva era el punto de confluencia de los caminos reales desde Andalucía a Valencia (antigua vía romana y actual Vereda de las Serranos) y de Toledo hacia Segura y Cazorla. Figuraba ya en los mapas del siglo XVI con el nombre de la Venta del Villar. En 1617 Suárez de Figueroa, Comendador de Segura, manda reconstruirla totalmente y se llama Venta Nueva. Por ser encrucijada de caminos fueron numerosos los personajes que pasaron por ella según las referencias literarias e históricas.
En gran parte ha tenido que cambiar la apariencia original de esta venta a lo largo de la historia hasta llegar a la apariencia que hoy tiene una sucesión de 4 construcciones en línea de diferentes épocas a lo largo de una línea de unos 30 metros donde se mezcla lo actual con lo antiguo. Estando todo el conjunto sin ninguna armonía constructiva. Se intuye que la zona central y mas alta seria la venta a la cual se han unido otras construcciones a posteriori a forma de casa de campo y de guardas, frente a la venta hay una zona libre donde se imagino pararían los viajeros , hay también una zona arbolada de eucaliptos y un pozo. Cuando nos apartamos de la carretera vemos que al lado del camino nuevo pasaba la Vereda de los Serranos, donde se ve la impronta de la ruedas de los carruajes que llegaban a la venta.
Hay algunos autores que consideran que Venta Nueva es uno de los escenarios clave del Quijote (Rodríguez, 1998: 241 y 245; Díaz, 1999: 133), aunque no deja de ser una teoría bien documentada entre otras muchas. Donde sí se puede identificar claramente a Venta Nueva como escenario literario es en la novela picaresca “La vida de Don Gregorio Guadaña” de Antonio Enrique Gómez. Las descripciones de la venta en la que transcurren sus peripecias, y la proximidad a Torre de Juan Abad, inciden en su clara identificación como el espacio en el que se desarrolla parte de la obra (Isado, 1990: 63-66).
Venta Nueva no la encontramos solo en la literatura novelesca, sino también en la correspondencia personal de Francisco de Quevedo. La proximidad a sus posesiones de Torre de Juan Abad, y su situación como punto de parada en el camino Real de Madrid hacia Andalucía, provocó que algunos viajeros ilustres se detuvieran en ella, aprovechando para visitar al escritor, lo cual queda reflejado en cuatro de sus obras epistolares (López, 1984: 90).
La primera referencia documental de Venta Nueva, la encontramos en un privilegio del 21 de octubre de 1443, por el que el infante Don Enrique de Aragón concedía al concejo del lugar de Belmontejo de la Sierra (futura Villamanrique) la dehesa de los Chaparrales de Cernina, como dehesa boyal “a sus Bueis e Bestias de arada”.
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En el mes de Septiembre y más concretamente a partir del día 28. Los verdaderos protagonistas de San Miguel son los encierros taurinos que se celebran todas las tardes y que atraen a multitud de amantes de la fiesta. La peculiaridad de estos encierros es que las reses nunca son sacrificadas sino devueltas a los ganaderos. ( Leer más... )
En el mes de Mayo se celebran unas jornadas entorno a la figura del poeta Jorge Manrique.
En estas jornadas se da cita la cultura además de numerosas actos, juegos medievales, mercadillos. Uno de los escenarios donde se desarrollan estas jornadas es el Castillo de Montizón. Durante un fin de semana Villamanrique nos transporta a la época medieval que Jorge Manrique vivió durante varios años en esta localidad.
C/Camino de Infantes, 4B
Tlf. 654 607 023
email: vegajabalon@hotmail.com
“Tierra de historia y de poetas”, Garcilaso, Jorge Manrique, los Árabes de las Torres de Xoray, todos ellos nos dejaron sus mejores pensamientos y alguno de sus bellos poemas, aún estamos pendientes de descifrar su contenido.
Comendadores entre los que se sucedieron Infantes, Cardenales, Virreyes, Maestres y Condestables.
Encrucijada de caminos por donde pasaron forzosamente todas las culturas y pueblos que habitaron la Península Ibérica.
Las gentes de Villamanrique, pueden estar orgullosas de haber nacido en este extraordinario pueblo; nuestro objetivo ha sido que esa gran historia pueda ser más, y mejor conocida.
- Carlos Villar Esparza y Constancio Zamora Moreno -
Villamanrique está ligado de por vida al gran poeta Jorge Manrique que, aunque no nació aquí, tuvo residencia en el vecino castillo de Montizón. Las casas señoriales –entre las que destaca la llamada casa de los Manrique–, sus blasones decorativos y la imponente iglesia de San Andrés nos recuerdan otro vínculo del pueblo: la orden caballeresca de Santiago.
Lo primero que nos sorprende en estas tierras del Campo de Montiel es la belleza de unos paisajes sencillos y sin grandes sobresaltos, pero enormemente intensos. Una especie de mar de tierras de diferentes colores y matices: verdes, rojos, ocres, pardos, naranjas, azules, amarillos… cambiantes de manera radical según la época del año.
La construcción de la iglesia de San Andrés, en el siglo XVI, se debe a la Orden de Santiago. De estilo gótico de transición al renacimiento, tiene una sola nave y capillas laterales. A los pies está la torre a la que se puede ascender por 107 peldaños de piedra labrada en escalera de caracol. En el exterior destaca la hermosa portada decorada con grutescos de figuras humanas, animales, aves y ángeles; esculturas de la Virgen y el Ángel representando la Anunciación y en el centro una hornacina con un Calvario.
La casa Grande o casa de la Encomienda es popularmente conocida como casa de los Manrique, aunque el escudo de la fachada pertenece a la familia Montoya. El estilo renacentista de este bello edificio se hace patente en su patio porticado con galerías de balaustres de madera.
A apenas 9 km podemos visitar el castillo de Montizón, una soberbia fortaleza defensiva del siglo XIII, el mejor conservado de todo el Campo de Montiel y que desde su atalaya ofrece unas magníficas vistas de la hoz del río Guadalén. Es una de las grandes fortalezas construidas por las Órdenes Militares de Caballería y fue cabecera de la Encomienda que lleva su nombre (Montizón), de la Orden de Santiago. De fuertes y gruesos muros, aún conserva la puebla o albacara, la torre del homenaje y el patio de armas. Jorge Manrique fue comendador y vivió varios años en este castillo.
Desde el castillo de Montizón sale una preciosa ruta de senderismo, que nos lleva hasta la Venta Nueva, referencia literaria internacional por aparecer en El Quijote en la famosa escena en que se mantea a Sancho Panza. La venta es además encrucijada de caminos; aquí confluyen el paso de Sierra Morena a través de la Vía Augusta y del milenario Camino de Aníbal.