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Pequeño municipio del Campo de Montiel, próximo a las localidades de Villanueva de los Infantes, Cózar, Valdepeñas y San Carlos del Valle.
Población de origen musulmán, su nombre, que procede de la evolución de Alcobela, tiene dos posibles explicaciones. Por un lado, la traducción del árabe "arca para agua" y, por otro, que tomara el nombre de una tribu berberisca que se habría asentado en la zona.
Su término municipal, con una superficie de 47,8 km², dibuja una circunferencia casi perfecta, en cuyo centro se ubica el núcleo urbano, atravesado de Este a Oeste por la carretera C-415.
Éste presenta dos zonas claramente diferenciadas, distantes unos 200 m. En la parte meridional y en el entorno más inmediato del lado norte de la carretera, se extiende el núcleo principal, organizado en torno a la plaza, en la que se levanta la Iglesia de Santa María Magdalena, junto al antiguo Camino de Infantes. Son calles estrechas y perpendiculares a la carretera, en las que se conservan bastantes viviendas típicamente manchegas, de una y dos plantas, con paredes encaladas.
El núcleo menor, se ubica en el lado norte de la carretera, en el Cerrillo de las Cruces, con calles empinadas organizadas en torno a la ermita de San Antón. Tiene su origen en treinta viviendas construidas en 1925 para las familias menos pudientes del momento. Queda unido al núcleo principal por el antiguo camino de San Antón, hoy convertido en calle con el mismo nombre.
La ganadería y la agricultura de secano constituyen las fuentes de ingreso tradicionales de Alcubillas, con importantes extensiones de viñedo y cereal, que se reparten a lo largo y ancho de un territorio preferentemente llano. Tan sólo las elevaciones situadas al Este del pueblo, en una de las cuales se emplazaba un castillo, rompen bruscamente la monotonía del paisaje.
En su parte meridional, el río Jabalón atraviesa el término de Este a Oeste, y a él se une su tributario el Origón -nacido en las proximidades de Santa Cruz de los Cáñamos-. Entre ambos se extiende una vega quizás poco aprovechada. Al Norte, discurre el Arroyo de Santa María, que sólo lleva agua en períodos lluviosos.
Dejando a un lado la posible presencia de vestigios antiguos en la vega del Jabalón, es muy probable que el primer asentamiento de población en las proximidades de la actual Alcubillas se produjera tras la conquista árabe. Se fundaría entonces una pequeña fortaleza defendida por un puñado de soldados, a cuyo amparo trabajaban algunos vecinos dedicados al pastoreo.
Desde el año 1181 entró a formar parte de los dominios santiaguistas, tras la donación del “... castrum alcobelam ...” a la Orden por parte de Alfonso VIII. Posteriormente, en 1223 se cita la plaza de Alcobela entre las posesiones de la Orden de Santiago “... alcobela con sus pertenencias ...”. En el año 1243 ya contaba con una iglesia abierta, aunque por lo reducido de su vecindario sería anexionada, junto con la entonces aldea de Cózar, a los dominios de Montiel en 1275.
Sorteando muchas dificultades, la población creció lentamente, y consiguió redimir su jurisdicción en el año 1539, previo pago al monarca Carlos I de 520.000 maravedís. No obstante su vecindario, a pesar de la recuperación experimentada desde el siglo XV, siempre fue muy secundario, lo mismo que sus recursos económicos.
La villa, instalada desde el siglo XV en su emplazamiento actual, no lejos de la antigua fortaleza, contó, desde finales del cuatrocientos, con una Iglesia Parroquial bajo la advocación de Santa María, emplazada hacia el Sur, muy cerca del Camino de Infantes.
En 1575, los vecinos de Alcubillas describen así su tierra:
“...la tierra desta villa de Alcubillas es tierra fría, de muchos yelos, e que es tierra rasa e de pocos montes, e que no es serrania e que es tierra llana ... no tiene mucha abundancia de leña ..., e que en ella no hay arboledas, ni cazas ninguna sino es alguna liebre o perdiz en poca cantidad, y que los montes que hay son encinas y mata parda. ... cerca desta villa pasa un rio que se llama Javalon, el cual en tiempo de invierno lleva agua, y en los veranos y agostos se acota y acaba e cesa la corriente ...”.
Sus orígenes se remontan a los primeros años del siglo XIII, teniendo en sus inicios funciones de fortaleza. Reconstruida como iglesia en 1.577, presenta un estilo arquitectónico de transición que contiene los principales elementos góticos y renacentistas.
La nave central es de gran solidez, compuesta de piedra granítica labrada en sus esquinados, puertas y otros lugares del edificio. El resto se compone de piedra corriente de arenisca. Esta nave de planta rectangular tiene adosados a uno de sus frontales, pequeñas capillas laterales con sus correspondientes ventanas.
A lo largo de todo su perímetro, sólidos contrafuertes articulan el espacio exterior, otorgándole un aspecto de sobriedad. La austeridad casi total de vanos acrecientan igualmente la sensación de solidez. Cada una de sus fachadas tiene su pórtico, excepto la del mediodía que contiene dos vanos con sus ventanas.
La cristalería que cubre todos sus ventanales (cuya incorporación no parece nada antigua) es de un estimable valor, siendo muy bellas las tonalidades que transforman el paso de la luz.
Su conjunto interior es armónico, las columnas de piedra y los arcos y bóvedas son de esbelto y bello trazo. Reviste gran importancia el conjunto de cerchas de madera que se encuentra tras la bóveda y el artesonado que sostiene el coro y las puertas. El ábside es rectangular y está junto a las capillas laterales, la sacristía y el cuerpo de escalera de caracol adosados al lado sur. Del coro destaca la sencillez de su balaustrada. Está situada a los pies de la iglesia, como es costumbre, y su forma cuadrada es rematada en las esquinas por grandes pechinas, que dan paso al espacio octogonal de su torre.
La torre, cuya ubicación es distinta de la que se da en iglesias construidas en periodos similares, está compuesta por un cuerpo octogonal superpuesto a otro cuadrado que corresponde al coro.
Es posible que en 1.915 se realizara alguna importante reforma, como así lo indican las puertas existentes junto al púlpito. En septiembre de 1.950, al encontrarse en mal estado tanto la torre como su veleta, se procedió a sustituirlas por otra cubierta de pizarra y metálica en su parte superior, de cuyo techo penden las campanas; encontrándose en la cara frontal a la Casa Consistorial el rejo. En la cúspide de dicha torre se ubicó la imagen del Sagrado Corazón.
Para su acceso, la iglesia tiene dos puertas claveteadas de bella ejecución. Otra tercera, que entonces tenía la función de principal, se tapió en 1973. Últimamente se han repuesto varias imágenes y objetos de culto. Por su antigüedad y belleza destaca la Virgen del Rosario, Patrona muy venerada de Alcubillas. Esta Iglesia desde sus orígenes se haya bajo la advocación de Santa María Magdalena.
A los pies del templo destaca el conjunto monolítico de la torre, acompañada de su escalera de caracol. Por su naturaleza es tan singular que nos hace pensar en la existencia de diversas etapas de construcción, condicionadas por un presupuesto de fábrica bastante reducido. Se compone de lo que, difícilmente puede considerarse un cuerpo inferior rectangular, puesto que en realidad éste no es sino el último tramo de la nave, bajo la que se instala la tribuna. Diversas líneas de cornisa, lo mismo que el cambio de factura en la mampostería, refuerzan esta idea. Junto a la caja de escaleras, semicircular, que encierra interiormente una escalera de caracol realizada en piedra con el espigón central recto, en el lienzo del lado Sur se abre una curiosa ventanilla rectangular, adintelada con un grueso sillar, hoy partido, en cuyo centro se esculpió una cartela con las armas de la Orden de Santiago (cruz y veneras), y una inscripción con la fecha de la torre “año 1575”. En el lado Oeste, la torre presenta una portada, toda realizada en sillares de gran tamaño, formando arco de medio punto, adovelado, enmarcado en su parte superior por un bello alfiz, de sabor mudéjar, coronado por una pequeña hornacina, en cuyo interior se cobijaría, en toro tiempo, una imagen. Sobre el primer cuerpo descansa un octógono, correspondiente al cuarto de las campanas, realizado en mampostería con sillares de refuerzo en las esquinas. Sobre su cornisa un chapitel de pizarra, moderno, coronado por una linterna también de pizarra, donde si dispone el reloj. Sobre este una balaustrada coronada por una talla del Sagrado Corazón de Jesús. El conjunto de la torre y tribuna forma una elevación en el alzado, contrapesando la altura del presbiterio, en contraste directo con el cuerpo central.
El lado de la Umbría es mucho más sencillo. Su portada ha sido clausurada y convertida en una ventana-hornacina. Originalmente la puerta se abría bajo un arco apuntado, adovelado con sillares.
Todos los tejados se cubren con teja, siendo el de la capilla mayor a cuatro aguas, el del cuerpo central a dos, y el de las capillas y sacristía a un agua. Las cornisas presentan aleros de piedra y esquinas achaflanadas.
Interiormente desarrolla planta rectangular, con una sola nave, experimentándose una curiosa disminución de la anchura según avanzamos hacia los pies. El ábside presenta planta rectangular, plana, con una sección elevada respecto al cuerpo principal.
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Se cubre con bóveda de crucería, con sus cruceros y terceletes, todo realizado en piedra en los primeros años del siglo XV. Las claves se adornan con discos en los que todavía quedan restos de una decoración en bajorrelieve policromada. La bóveda prefiere cuatro ménsulas de apoyo, a media altura, semicirculares, adornadas a su vez con botones, flores y frutos, así como “panales” de tradición mudéjar.
La capilla mayor queda separada del cuerpo de la nave mediante un arco toral realizado en sillares de piedra, doblado, ligeramente apuntado, apoyado sobre gruesas pilastras poligonales, con capiteles moldurados, corridos, sin ningún tipo de ornamentación, y con altas basas poligonales. Toda la nave principal, excepto la tribuna, se divide en crujías mediante tres grandes arcos fajones, ligeramente apuntados, con fustes lisos, apilastrados y pentagonales, grandes plintos y capiteles corridos, también pentagonales. Para cubrir este espacio se emplea un tipo de forjado de madera inclinado que consiste en apoyar los pares directamente sobre los arcos diafragma, sin tirantes, formando un sencillo enrejado. En sus orígenes esta cubierta de madera perteneció al tipo mudéjar de par y nudillo, perteneciente al siglo XVI.
En el lado de la epístola aparecen dos añadidos barrocos: la Sacristía y la Capilla de Nuestra Señora del Rosario. La primera es de planta cuadrada, exactamente similar ala planta de la segunda, que le sigue. A esta última se accede mediante un alto arco de medio punto. Adornando sus jambas se disponen estrechas pilastras acanaladas, rematadas con un sencillo entablamento, compuesto por friso y cornisa moldurada. Sobre éstas, otras molduras forman suaves arquivoltas en el extradós del arco. Se cubre esta capilla con cúpula esquifada sobre cuatro pechinas, rematada en su centro con un florón pinjante.
La cuarta crujía de este mismo lado presenta un nicho-altar, adornado al estilo clásico, flanqueado por cuatro columnas corintias y coronado con frontón triangular partido, adornado con pináculos, y en el centro un escudo con el emblema de San Pedro. En su interior una hornacina avenerada custodia una imagen moderna de San Antonio.
En el muro derecho, bajo la tribuna, se abre la Capilla del Bautismo, realizada en el siglo XVII, a la que se accede por un amplio arco de medio punto, de sillares, tanto sus jambas como sus capiteles, en forma de entablamento. Se cubre con bóveda de cañón, enlucida. En este espacio se sitúa la pila bautismal, sobre pie, con una taza gallonada, con su tapador.
En el lado del evangelio, en el cuarto tramo, se abre una hornacina-nicho bajo arco de medio punto, rodeado de una estructura clásica, flanqueada por columnas jónicas dispuestas sobre plintos, y éstos, a su vez, sobre dos ménsulas en forma de hoja de acanto. Sobre las columnas un entablamento coronado con dos jarrones y un remate central. En su interior se venera la imagen de Nuestra Señora del Carmen.
A los pies, la tribuna, protegida mediante un poderoso arco de medio punto, realizado en sillares, que descansa sobre dos pilastras monumentales. El coro alto, en realidad el verdadero apoyo del cuerpo octogonal de las campanas, se abre al interior de la nave mediante una sencilla tribunilla de madera, con sus balaustres, sostenida mediante cinco gruesos tirantes y diez ménsulas de madera. La cubierta de esta tribuna, dada su naturaleza de soporte, es plana, adoptando forma octogonal, reforzada mediante trompas en las esquinas, decoradas con veneras.
Así pues la Iglesia de Santa María Magdalena presenta dos momentos constructivos, siendo el más importante el primero, que comienza en los últimos años del siglo XV y primeros del siglo XVI, época a la que pertenece la esencia de la planta, su cabecera cubierta de terceletes, la nave central, sus arcos diafragma, cubierta de madera, tribuna y torre. En un segundo momento, ya en los siglos XVII y XVIII se construyeron la capilla bautismal y la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, en realidad la única concesión barroca de todo este bello templo.
El resultado final de este proceso constructivo es sorprendentemente coherente e integrado, sin disonancias. La transición de un estilo a otro se produce sin rupturas, mansamente, combinando con maestría la tradición popular y las tendencias estéticas más novedosas.
De esta forma la Parroquia de Alcubillas adquirió el perfil estético que ha perdurado hasta nuestros días sin demasiadas reformas. La Guerra Civil y los cambios litúrgicos determinaron la destrucción de sus retablos, la desaparición de sus antiguos altares colaterales y la pérdida de imágenes. También se perdió la su armadura de madera, a cinta y saetino, pintada, que por los datos que tenemos, nunca llegó a ser sustituida por las bóvedas de cañón y lunetos que tanto éxito tuvieron en el siglo XVII, siendo por ello uno de los ejemplos más primitivos de cubierta empleada durante los siglos XV y XVI en las Iglesias del Campo de Montiel. Por desgracia, el forjado inclinado que hoy se conserva poco tiene que ver con su aspecto original.
Su construcción data de 1931, aproximadamente, y es sin duda, la mayor valor arquitectónico de las existentes. Se compone de una nave rectangular en cuyo interior se encuentra la imagen del santo. Muy artísticas resultan las cuatro columnas graníticas que sostienen el pórtico.
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Desde época ibérica a medieval. Su estado es ruinoso, aunque presenta grandes muros algunos de hasta 2 metros de altura y restos de cimientos por todos sitios. Su acceso es campo a través, subiendo una colina de gran pendiente. En lo alto del castillo se encuentran situadas 2 cruces y un punto geodésico que marca una altura de 899 metros sobre el nivel del mar.
Sobre lo alto del Cerro de la Cruz y ocupando toda la cúspides nos encontramos restos de un castillo con restos de murallas visibles y cimientos de gran perfil con una dispersión en todo el contorno de cerámica bastante abundante desde época ibérica a época medieval. Es una ubicación en un lugar estratégico teniendo un control visual de 360 º a muchos kilómetros de distancia. Leer más >
Aunque la fiesta se celebra el 17 de enero, la noche anterior se enciende una gran hoguera ante la ermita del santo, situada en la plazoleta del barrio conocido con el nombre de “Cerrillo de San Antón”.
El mismo día 17, se celebra misa en la ermita y el Ayuntamiento prepara invitación para los asistentes.
Los mayos son canciones en honor de la Mujer, la Virgen y la Cruz. Suelen celebrarse el último día de abril y la noche del 2 al 3 de mayo. Se cantan con acompañamiento de guitarras, bandurrias, laúdes, etc.
Es costumbre “vestir” una o varias cruces en distintos lugares del pueblo: “Calvario”, “San Antón”, casas particulares, etc, poniendo un sudario en la Cruz y engalanando el lugar con flores, arcos, macetas, luces y lamparillas. La adoración de la Cruz dura toda la noche y suele rezarse y cantarse el mayo. Existe la costumbre de que la persona, o personas, que visten la Cruz, inviten a “limoná”, “puñao” y dulces a todos los que van a visitarla.
Con motivo del día de San Isidro, el 15 de mayo, se celebra una romería en el cerro donde está la ermita del santo. Es una fiesta con un componente lúdico y otro religioso, pues a la vez que se da culto a San Isidro, se aprovecha para comer, jugar y convivir con los amigos y familia.
En la fiesta del Corpus Christi, que es variable en cuanto al día de su celebración, se realiza una procesión con la custodia, bajo palio, que recorre varias calles que se encuentran decoradas con flores, macetas y altares primorosamente preparados.
El sacerdote preside la procesión y lleva la custodia, realizando paradas e cada uno de los lugares donde se ha preparado un altar. En cada una de estas paradas se rezan diversas oraciones y se canta en honor al Sacramento.
En los últimos años ha recobrado el esplendor de tiempos pasados. Como novedad se han empezado a realizar trabajos decorativos en las calles, consistentes en hacer alfombras multicolores, con serrín coloreado, y reproduciendo distintos motivos. La procesión los va recorriendo. Uno de los principales valores de esta iniciativa es que participa gran parte de los habitantes del pueblo, con lo que se está consiguiendo que se viva más comunitariamente.
Se celebran dentro de la primera quincena de agosto (jueves, viernes sábado y domingo) en el Parque Municipal.
Los actos son de tipo lúdico y muy variados.
Todas las noches hay verbena popular a cargo de grandes orquestas, que amenizan la velada.
La Patrona de Alcubillas celebra sus fiestas el primer fin de semana (que sea completo) del mes de octubre. El sábado por la noche tiene lugar una bonita procesión de Ntra. Sra. del Rosario, acompañada por hermandades, cofradías y la agrupación musical elegida para el evento. El domingo se puede disfrutar de una exquisita paella gigante para todos los asistentes.
El carnaval en Alcubillas se celebra el viernes, sábado y domingo, aprovechando la llegada de paisanos que viven fuera de la localidad.
Durante la noche de los tres días de carnaval, el Ayuntamiento pone a disposición de todo el pueblo (con entrada gratuita) verbena popular, que ameniza la espera a los concursos que se preparan.
Los concursos de disfraces que se organizan se separan en varias categorías: individual, por parejas y grupos.
El domingo por la mañana y desde hace unos años, se realiza el concurso de carrozas y comparsas, resultando bastante ameno y divertido, sobretodo por la letra de los cánticos que preparan, ya que son temas populares y referidos a personas del pueblo.
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