C/Ramón Herrera, 4
Vva. de los Infantes (C.Real)
Tlf. 926 36 03 11
Su nombre proviene de la época árabe según afirmaban los vecinos de esta villa en las respuestas al interrogatorio del año 1575. Según este texto, “Cózar” sería la corrupción de “cazar”, que en arábigo quiere decir “labor del Hoyo” o “labranza de la Hoya”.
Es una localidad del Campo de Montiel con un término municipal de 65 Km², rodeado por los de las localidades vecinas de Torre de Juan Abad, al Sur y al Oeste, Almedina al Este y Villanueva de los Infantes al Norte. Con todas estas poblaciones queda unida por carretera.
Cózar se asienta en el centro de la comarca del Campo de Montiel, destacando la monumentalidad de su iglesia parroquial. Este emplazamiento determina un viario con un trazado no excesivamente irregular, pero sí con bastante pendiente en algunas calles de acceso a la plaza, núcleo generador del espacio urbano. Por el lado sur discurre el arroyo Ansares, en cuyas márgenes se desarrollan algunas huertas. Es éste el único curso fluvial de relativa importancia que cruza el término, junto con el Oregón, que sirve de límite municipal con Villanueva de los Infantes.
En el paisaje hay un fuerte predominio del llano, con terrenos alomados por suaves ondulaciones, dominados por los cultivos del viñedo y el olivo, en los que abunda la caza menor.
Desde los primeros tiempos de la Reconquista este núcleo se integró bajo los dominios de la Encomienda de Montiel, a la que se anexionó en el año 1275 con derecho a participar de sus fueros. Las fuentes antiguas consideraban a Cózar como un “lugar nuevo”, aduciendo que en la famosa sentencia del siglo XIII entre el Maestre de la Orden de Santiago y el Arzobispo de Toledo no aparecía ésta como aldea poblada, ni con iglesia abierta. El pertenecer a la Encomienda de Montiel no hizo sino favorecer un rápido crecimiento económico y poblacional, puesto que dicha circunscripción fue una de las más ricas de toda la Provincia de Castilla, ocupando el tercer lugar tras las de Uclés y Segura de la Sierra.
Esta prosperidad experimentada en la segunda mitad del siglo XVI posibilitó que en el año 1554 la antigua aldea de Cózar se convirtiera en villa independiente, gracias a una fianza de un millón trescientos cinco mil y ocho maravedís, cantidad nada despreciable para un lugar que por entonces contaba con unos trescientos cincuenta vecinos; es decir, aproximadamente mil cuatrocientos habitantes.
El Escudo:
Escudo a la española (redondo por abajo) y en él, en campo de plata, la Cruz Roja de la Orden Militar de Santiago; bordura de gules (rojo carmesí) con ocho castillos de oro aclarados de azur (la puerta y ventanas) y mazonado (señaladas las piedras) de sable o negro, como llama la Heráldica a este color. Al timbre la Corona Real de España.
Estos dos símbolos heráldicos representan la historia de Cózar. La cruz de la gloriosa Orden de Santiago, en cuyo campo se encuentra situada la villa y su dependencia espiritual y administrativa de la Orden durante siglos y los castillos el emblema del Reino de Castilla al que siempre estuvo ligado.
Pequeña ermita de la Patrona de Cózar la Virgen de la Soledad. Está encalada de blanco respetando el zócalo y las decoraciones de ladrillo. Es un edificio de una nave con planta rectangular, de mayores dimensiones que la anterior (14 × 8 metros) y de reciente construcción. Presenta un zócalo de piedra de 1,10 metros de altura. Su fábrica es de ladrillo, destacando la espadaña flanqueada por dos pináculos. La puerta principal se enmarca bajo un arco de ladrillo sobre el que se encuentra una cruz del mismo material como elemento decorativo. Llama la atención un sillar situado en la parte inferior izquierda de la fachada en el que se encuentra labrada una cruz patada.
Es posible que la Ermita fuera asentada sobre los cimientos de otra construcción de cronología anterior.
Esta ermita es cuidada y atendida por los vecinos y en ella se encienden y adornan las Cruces de Mayo.
El patrón del pueblo es el Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que tiene su ermita muy próxima a la plaza. Celebra sus fiestas el 14 de septiembre con procesión y es ese día cuando se celebra una fiesta de carácter popular y muy concurrido, llamada “Las Tacillas”. Una de las tradiciones más antiguas en Cózar es este juego, que sucede durante los cuatro o cinco días cercanos al 14 de Septiembre, con motivo de las fiestas en honor del patrón de la localidad. Los orígenes de este juego se remontan a los siglos XIV y XV y aún se conservan dos tacillas (concavidades en el suelo), situadas en la parte posterior de la Ermita del Cristo. El juego consiste en lanzar ocho bolas a las tacillas; si el número de bolas que caen en el interior de ellas es par, gana la banca, si es impar, ganan los apostantes. Las tacillas son subastadas públicamente el día anterior al comienzo de las fiestas y el dinero recaudado es destinado a la Cofradía del Cristo, para el mantenimiento de la Ermita.
En su interior hay un elaborado retablo con numerosas imágenes que custodian al Cristo patrón, como son Santa Crispina, El Nazareno y una imagen de Cristo Resucitado.
Se localiza en la Plaza del Cristo, junto al Ayuntamiento y frente a la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir.
Es un edificio barroco de pequeñas dimensiones y armónicas proporciones, que desarrolla planta de cruz griega. La fábrica exterior es de mampostería en piedra moliz, con sillares dispuestos a soga y tizón en las esquinas. Una verdugada de ladrillos verticales sirve de línea de imposta, enlazando con la cámara de la cubierta.
La puerta de ingreso se abre en la fachada oriental bajo arco de medio punto, con dovelas que alternan el tono rojizo y el ocre. Sin embargo, en las jambas predomina el primero sobre éste.
Encima de la imposta se halla un hastial con pequeñas molduras fabricadas en ladrillo. En el tímpano se abre un óculo formado por dovelas ocres y rojas. Está coronado por espadaña con arco de medio punto y remates prismáticos a ambos lados.
La cubierta es de teja curva y a dos aguas en el lado de la fachada principal, mientras los brazos del crucero se cubren a tres aguas. El cimborrio, cúbico, lo hace a cuatro.
En el interior destaca la cúpula del crucero. Pilastras adosadas soportan cuatro arcos de medio punto, cuyo intradós está decorado con yeserías doradas que reproducen motivos vegetales.
Esta Ermita-Oratorio fue expoliada en la Guerra Civil del 1936, desapareciendo, entre otros elementos, el retablo. Por ello, el interior se encuentra muy restaurado. Quizás sea éste el motivo de la ausencia de decoración pictórica. Asimismo, se han realizado recientemente obras de ampliación detrás del cabecero.
Por lo que a la imaginería se refiere, en su interior se venera al Santísimo Cristo que da nombre a la Ermita. Es una talla en madera cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Fue destruido durante la Guerra Civil y del original sólo se conserva la cabeza. También se encuentra una antigua talla de Santa Crispina. Ésta, según los vecinos, fue la primigenia advocación de la Ermita. A ella se refieren las Relaciones Topográficas de Felipe II de Cózar, al señalar que:
“…demas de los dias de holgar de precepto guardan en esta villa el dia…de sancta Crispina, ques una ermita questa en esta villa de la dicha advocación”. Asimismo, el Libro de Visitas de la Orden recoge la siguiente descripción:
“Visitose la hermita de santa Cristina ques dentro del dicho lugar. Es una hermita fecha de un cuerpo las paredes de tierra cubierta de madera de pino bien labrada…esta la ymagen de santa Cristina de bulto en un tabernáculo de talla blanca y tiene un paño de terciopelo negro con una cruz de carmesí el qual es de la cofradía…”.
No obstante, se carece de datos para confirmar si la actual Ermita del Santo Cristo se ha levantado sobre las ruinas de la antigua Ermita de Santa Cristina (Crispina), o bien tan sólo conserva su memoria, siendo distinta la ubicación original de ésta.
Pequeña ermita con un estilo muy similar a la Ermita del la Soledad pero ésta sin encalar. Es un edificio de una sola nave que tiene una planta rectangular de pequeñas dimensiones (6 × 11 metros). Está construido con mampostería de caliza flanqueada por esquinas de ladrillo macizo. La cubierta es a dos aguas. La puerta de ingreso se enmarca en un arco apuntado fabricado con ladrillo, rematada por un óculo elíptico y un rosetón circular en el tímpano. En la parte superior se dispone una espadaña flanqueada por dos pináculos. Se trata de una construcción contemporánea, aunque su origen puede ser anterior. En su entorno cuenta con una zona de juego infantil y una zona ajardinada.
Esta ermita es cuidada y atendida por los vecinos y en ella se encienden y adornan las Cruces de Mayo.
Se sitúa en una plazuela en la que confluyen tres ejes viarios con forma de tridente. Se trata de la ampliación barroca de un trazado antiguo medieval situado en las cercanías de la Plaza del Santísimo Cristo, muy próxima a la antigua Casa Consistorial. Se repite en este caso, por tanto, la concentración de los dos grandes poderes -civil y religioso- en el lugar más privilegiado y emblemático de todo el pueblo.
La advocación del templo es la de San Vicente Mártir, Diácono del Obispo San Valerio, a quien se consideró vencedor durante la Edad Media de todos los vicios carnales, además de dotado de las virtudes de la sabiduría, la limpieza de corazón y la constancia.
El exterior muestra un alzado uniforme, tan sólo roto por la elevación de los dos últimos cuerpos de su torre. Presenta contrafuertes que otorgan una mayor solidez a su única nave. Predomina la mampostería concentrada con algunos sillares.
El lado de la Epístola presenta adosado, junto al testero, el cuerpo rectangular de la sacristía, construida en el año 1745 como indica una inscripción emplazada en la parte superior del edificio. Como material se encuentra la mampostería con verdugadas de ladrillo, reforzada con sillares en las esquinas, con amabas y dinteles de las ventanas.
La portada principal se abre en la tercera crujía entre dos contrafuertes pétreos, rematados con pináculos ajarronados. Corresponde al estilo renacentista difundido a partir de la segunda mitad del siglo XVI.
Desgraciadamente su estado de conservación actual es lamentable debido a que el maestro que la construyó eligió, como era común en muchas otras portadas de esta zona, la piedra moliz rosada para su ejecución.
Se trata de una “portada retablo”, compuesta por dos cuerpos principales. El inferior se sostiene sobre columnas corintias que flanquean un arco de medio punto. Sus fustes, acanalados, presentan bastoncillos en su tercio inferior, al estilo de la Escuela de Vandelvira. Es notable su decoración a base de grutescos. La parte superior, bajo la línea de impostas, presenta dos figuras humanas -una a cada lado- de difícil interpretación debido al desgaste de la piedra. Las enjutas se adornan con tondos, representándose dentro de ellos, a la izquierda, San Pedro, y a la derecha, San Pablo. Le sigue un entablamento liso delimitado por dos sillares cajeados, adornados con una inscripción. El cuerpo superior se asienta sobre una cornisa casi desaparecida. Dos columnas jónicas sustentan un frontón triangular, en cuyo tímpano se esculpe un tondo liso y, bajo él, un bajorrelieve representando un Calvario.
En la cara opuesta a la portada principal se abre otra más pequeña, elevada sobre tres escalones. Su arco, de medio punto, se enmarca con alfiz adornado mediante círculos. Una cornisa separa el arco de un entablamento decorado con triglifos y rosetas, sobre el cual descansa un frontón triangular.
En la última crujía del lado de la Epístola existe un pequeño postigo cegado, construido con dovelas de sillares, alternando un juego cromático gris-rojizo. Se diseñó como ingreso reservado a los catecúmenos. En la parte superior de este mismo lienzo destaca una ventana rectangular, en piedra. Sobre el dintel se dispone un entablamento clásico, decorado con rosetas en las metopas y con triglifos.
La torre se dispone a los pies, en el lado del oeste, ocupando su parte central. Se compone de tres cuerpos decrecientes, separados por impostas. En el lado oeste se abre una puerta de ingreso al campanario, que tiene dovelas bicolores y friso con inscripciones. En el tercer cuerpo se sitúan las campanas, dispuestas en ocho ventanas pareadas. Este cuerpo se remata con tejado a cuatro aguas, cubierto con teja árabe. En el comienzo del lado del Evangelio se adosa la caja de las escaleras, que es de planta circular.
El interior desarrolla planta de cruz latina con una sola nave, sin capillas laterales. El ábside es poligonal, de tres lados. Se cubre con bóvedas de terceletes, cuyos nervios descansan a media altura sobre ménsulas semicirculares.
La nave se sostiene mediante tres arcos fajones que descansan sobre semicolumnas toscanas, adosadas sobre finas pilastras. Un entablamento corrido, a modo de línea de impostas, se prolonga por todo su perímetro. Todo este espacio se cubre mediante bóvedas vaídas.
En el lado de la Epístola, en su segundo tramo, se abre la Capilla de los Ayuso. En realidad es una sencilla portada-hornacina no más profunda que el muro maestro. Se accede a ella mediante un gran arco de medio punto enmarcado con alfiz de yeso, decorado con orejetas. En su parte superior se aprecia una cartela con las armas de la familia.
A los pies del templo se levanta la tribuna, formada por varias estructuras separadas. El coro bajo se abre bajo arco carpanel, conservándose hoy una interesante reja de madera (obra de 1703).
Junto al lado del Evangelio, en el último tramo o crujía, unida a la tribuna principal, se sitúa la tribunilla del órgano, que descansa sobre ménsulas. Todavía se conserva la caja de su órgano, perteneciente al siglo XVIII, pese a que fue destruido durante la Guerra Civil.
Al parecer este edificio se gestó sobre un primitivo templo del que se tiene noticias en el siglo XIV, reformándose en su práctica totalidad a lo largo del siglo XVI. En ese momento se aumentaron sus dimensiones (tanto en longitud como en anchura), construyéndose primero el presbiterio poligonal y, más tarde, las portadas y ventanas clasicistas del lado sur.
Con el tiempo penetraron en su estructura los primeros atisbos de la estética renacentista, que predominarán hasta la segunda gran reforma del templo. Sucedió ya con posterioridad al año 1640. En esta fase se reformaron las bóvedas, la tribuna, la torre, la portada de Poniente y de la Umbría. La depuración de las formas triunfa, difundiéndose el estilo purista de Herrera.
El resultado final, completado con la construcción de su sacristía en el siglo XVIII, es un conjunto de gran belleza y serenidad. Resulta sin lugar a dudas la pieza cumbre de la arquitectura cozareña. Puede verse desde muchos kilómetros a la redonda, y es realmente enorme para un pueblo pequeño como Cózar. Tal vez sea reflejo de un pasado mucho más intenso. Fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1983 y recientemente ha sido totalmente restaurada, tanto en interior como exterior, dotándola de un nuevo sistema de iluminación que realza su magnífico aspecto.
La Puerta de la Epístola se abre a La Lonja empedrada, un área donde se celebra de manera tradicional Puja de Las Tacillas.
Pertenece a una casa solariega de traza simple. Su fachada se encuentra alterada pero aún conserva la portada renacentista constituida por sillares en modillones, dovelas y escudo de armas. Interior adaptado al uso actual de la vivienda.
Ubicación: Calle Santa Ana nº6
A 5 km. de Cózar en dirección a Valdepeñas, podemos encontrar un paraje llamado Solance. En este lugar se celebra el 15 de mayo la fiesta en honor al patrón de los agricultores, San Isidro Labrador, ya que allí se encuentra su ermita. Está construida en un cortijo en ruinas, y es la única estancia que se mantiene bien conservada. También se alberga en su interior la imagen de San Cristóbal.
En las inmediaciones de Cózar, hacia el este, podemos encontrar el Chozo de la Tía Pelina.
Un chozo es un refugio que se construía a la intemperie con piedra o ramaje. Su planta suele ser circular o elíptica y culmina en una falsa cúpula. Tradicionalmente se construían con hiladas de lajas sin utilizar argamasa entre ellas.
Se extienden a lo largo de la península, aunque su forma y nombre cambian dependiendo del lugar. Por ejemplo, en Tomelloso y alrededores toman el nombre de bombos.
Eran utilizados por pastores y agricultores para pernoctar o resguardarse de las inclemencias del tiempo. Los chozos de los labradores son mayores, ya que además de pesebre, tenían cocina y espacio para los aperos. Los chozos de los pastores eran más humildes, con espacio para una o dos personas. En este caso, el Chozo de la Tía Pelina tiene un espacio reducido y una pequeña apertura que servía como chimenea.
Alrededor del chozo se pueden encontrar fosas.
Casa solariega muy alterada, la mayor parte son corrales. En la tapia se conserva una buena portada renacentista, con un buen despiece de sillares y dovelas, en original distribución, en modillones labrados en falso. Tiene un pequeño escudo. En la actualidad se encuentra blanqueada con cal.
La tradición oral cuenta que esta era la Casa de Inquisición. En su interior fue descubierto un pasadizo con una puerta, aunque se desconocen más datos. La casa es de propiedad privada.
Ubicación: Calle Fray Gregorio, nº 3
A 2’5 km del pueblo en dirección sureste, está localizada la Casa del Monte. En su inicio, era un terreno de gran extensión en el que se plantaba trigo, garbanzos, lentejas, viñedo, maíz y también se criaban cerdos. Daba trabajo a mucha gente del pueblo. Había un taller de mecánicos, vivían varias familias allí y tenían guardias propios.
En aquella época se celebraba allí San Isidro, era una fiesta bastante importante y se hacia romería grande desde la ermita de la Soledad. El padre de los propietarios venia todas las Navidades y daba de comer en la puerta de la iglesia a quien lo necesitase para que nadie en el pueblo pasase hambre en esas fechas. Tenían torre de electricidad propia. Tenían bar para los trabajadores, y capilla propia pero hubo un incendio y se quemó. En la actualidad posee bodega, pero es de reciente construcción.
Casa solariega de traza simple. La fachada tiene una entrada enmarcada por un arco de medio punto en piedra, con fuertes dovelas, cuyas características de luces y formas, incluyendo la arquivolta, parecen del siglo XIV. Tiene un escudo de armas.
La casa fue utilizada como convento de Carmelitas, en el que pasó una noche Santa Teresa quien iba de camino a Torre de Juan Abad. En su interior aún se conservan las maderas originales del techo.
Ubicación: Calle Santa Ana, nº 12
Fuente: Ayuntamiento de Cózar
Para ampliar las imágenes, "pinchar" sobre ellas y si se quiere ver la siguiente o la anterior, no es necesario volver de nuevo a esta página, con pulsar en los botones atrás ó delante, automáticamente se visualizarán. Para salir y volver a la página inicial, pulsar la tecla "ESC"
Durante las fiestas patronales de Cózar que comienzan cada año el 13 de septiembre, se juega a “Las Tacillas”. Las Tacillas es un juego de azar en el que se apuesta dinero, en ocasiones en gran cantidad. A pesar de su sencillez, el juego lleva aparejada una parafernalia y liturgia considerables.
Una “tacilla” es un hoyo de planta semicircular y 2,20 metros de largo por 1,30 m. de ancho, y unos 25 centímetros de profundidad. La superficie de la tacilla es de cemento, bordeada de ladrillos. En su parte más profunda existen tres hendiduras; una central redonda, llamada "la cazoleta" -o también "la tacilla"-, con un diámetro de 12 centímetros, y otras dos de forma longitudinal, de 14 centímetros de largo por 2 centímetros de ancho, llamadas "las rendijas". ( Leer más... )
17 de Enero
22 de Enero, patrón de la Iglesia la cual debe su nombre.
25 de Abril, este día se caracteriza por que la gente se van a pasar el día al campo, se degusta el tradicional hornazo y los huevos cocidos, también "se ata al diablo" que consiste en hacer un nudo en la hierba.
15 de Mayo, día de fiesta local, se realiza una romería a la ermita.
10 de Julio, tradicional bendición de coches hacia la ermita de este santo.
15 de Agosto, en honor a la virgen de la Soledad