Santa Teresa de Jesús en...

Torre de Juan Abad

Por Carlos Muñoz de Luna

( Diario Lanza )

Hace más de cuatro siglos, en su caminar hacia Beas de Segura para fundar otro de sus conventos, Santa Teresa de Jesús honró a esta población con su presencia. La villa de la Torre de Juan Abad daba cobijo, ofrecía estancia y otros servicios a la gran reformadora del Carmelo Descalzo; una de las más insignes glorias de cuantas figuras ha dado España en todos los tiempos; cumbre de la mística universal con San Juan de la Cruz, el “medio fraile” (aludiendo a la mediana, y casi menos que mediana, estatura del fontivereño, Santa Teresa le otorgó esa cariñosa dignidad), supo liberarse de este mundo terrenal, “cárcel oscura”, para gozar, dentro de él, de una felicidad casi absoluta, porque el misticismo religioso es la afirmación más pura de libertad. Santa Teresa de Jesús carmelita descalza (quizá porque le gustó vivir sin ataduras), madre y maestra del libre albedrío, quien pedía a Dios el más grande favor de no hacerle ningún favor que fuera en contra de su libertad, es la primera mujer a quien la Iglesia, en 1970, confiere el título de Doctora.

Santa Teresa de Jesús en Torre de Juan Abad

El paso por esta tierra quedó inmortalizado por la pluma de la Madre Ana de Jesús, una de las religiosas que acompañaban a la monja andariega, en un manuscrito escurialense, rescatado por el padre Efrén J.M. Montalva, y dado a conocer en sus obras “Tiempo y vida de Santa Teresa de Jesús”, y “Beas y Santa Teresa”.

No resulta desconocida la persona de la santa de Ávila en nuestra provincia desde que, en vida, fundara el Monasterio de las Madres Carmelitas en Malagón, en 1568, que fue el tercero creado por ella misma; después de su muerte en 1582, se fundó el Monasterio de Ciudad Real en 1596, y, en 1599, el Monasterio de Daimiel.

Sesenta años tenía cuando el 14 de febrero de 1575 partió de Malagón camino de Beas junto con un séquito formado por nueve monjas, los sacerdotes Julián de Ávila y Gregorio Martínez, los mozos y carreteros de alquiler, y el ajuar indispensable, todo en cuatro carros,. En los precios por alquiler de carros, de mulos, de mozos y carreteros establecidos en las Cortes de Felipe II se ordenaba que los carros y carrozas tenían que ir tirados por cuatro caballos; si bien para viajar fuera de las ciudades podían ir tirados los carros por mulas, y tales eran las bestias de tiro que siempre usó la Madre Teresa.

El camino que siguieron, siempre según el padre Efrén, fue el de Daimiel y Manzanares; de este modo entraban enseguida en la encomienda de Santiago, en La Membrilla. Tomaron entonces el camino real de Andalucía, que seguía por La Solana en dirección a Alcubillas; de allí entre “cerros e valles e montes de encinares e robledales” seguirían a Cózar para entrar, de ese modo, al atardecer del 15 de febrero de 1575, en la Torre de Juan Abad, rodeada de viñedos y olivares. Era una de las villas cabeceras del Campo de Montiel, donde hicieron noche en el hospital destinado a “dar recogimiento a los pobres pasajeros”, y no creemos que a Santa Teresa le asustasen sus precarias comodidades. Allí contrataron a los espoliques (mozos de a pie que preceden a la caballería) adiestrados en los pasos de Sierra Morena que les guiaron hasta Beas.

La mañana siguiente, 16 de febrero, miércoles de ceniza, no dejaron de iniciar la Cuaresma, por lo que los dos sacerdotes que acompañaban a la Madre Teresa y sus monjas, celebraron la misa en la Parroquia de Nuestra Señora de los Olmos, donde “todas recibieron en sus frentes la ceniza bendita”. En esta iglesia no es difícil imaginar a Santa Teresa, en medio de nuestros antepasados, despidiéndose de todos ellos en aquel día de 1575 con la mejor recomendación, diciéndoles este último consejo casero y místico: “hermanas, hermanos, humildad es andar en verdad. La verdad padece, pero no perece”.

Desde la Torre de Juan Abad -continúa el relato del padre Efrén- a Beas, “sólo quedaban siete leguas, que por ser terreno abrupto se contaban como nueve”. Podrían hacerse a la idea de llegar aquella misma tarde al final de su viaje, dejando la Mancha e internándose en Andalucía, pero los percances imprevistos surgieron pasado Villamanrique, y a pesar de que los espoliques eran hombres experimentados, erraron el camino inexplicablemente, quedando perdidos en un lugar llamado “Riscas de Gualdinfierno”, traspasada ya Venta Quemada.

Allí tuvo lugar el suceso llamado “milagroso” y achacado a San José, a quien tanta devoción tenía Santa Teresa. Ana de Jesús, testigo de las peripecias de aquel día, refiere: “Ya que llegábamos a la postrera jornada, en Sierra Morena perdieron los carreteros el camino, de manera que no sabían por donde iban. Nuestra Madre Teresa de Jesús comenzónos a mandar a ocho monjas que con ella íbamos pidiésemos a Dios y a nuestro Padre San José nos encaminase; porque decían los carreteros que íbamos perdidos y que no hallaban remedio de salir de unos riscos altísimos por donde íbamos. Y al tiempo que la santa nos mandó lo dicho comenzó desde una hondura muy honda, que con harta dificultad se veía desde lo alto de aquellos riscos en que estábamos, a dar grandes voces un hombre, que en la voz parecía anciano, diciendo: ‘Teneos, teneos, que vais perdidos y os despeñaréis si pasáis de ahí’. A estas voces, paramos, y los sacerdotes y personas seglares que iban con nosotras comenzaron a escuchar y preguntar: ‘Padre, pues ¿qué remedio tendremos para remediarnos y salir del estrecho en que estamos?’ Él les respondió que echasen hacia una parte que vimos todos que milagrosamente habían podido atravesar por allí los carros”.

En estos suelos, en estas sierras, donde San Juan de la Cruz había formado sus estrofas, la santa, derramando sencillez lograría tranquilizar el ánimo de todos mediante los versos más blancos y serenos: Nada te turbe,/ nada te espante,/ todo se pasa,/ Dios no se muda;/ la paciencia/ todo lo alcanza.

Santa Teresa de Jesús en Torre de Juan Abad
Santa Teresa de Jesús en Torre de Juan Abad

El relato de Ana de Jesús prosigue: “Quisieron algunos ir a buscar al que nos había avisado, y mientras ellos estaban allá, díjonos la Madre con mucha devoción y lágrimas: ‘No sé para qué los dejamos ir, que era mi Padre San José, y no le han de hallar’. Y así fue, que volvieron diciendo no habían podido hallar rastro de él, aunque habían llegado a la hondura de donde sonó la voz”. Probablemente se encontraban, como logró identificar el padre Efrén, junto a los precipicios del río Guadalmena.

Encarrilados por buenos senderos, llegaron por fin al paso del Guadalimar, escenario de un nuevo prodigio en la travesía del río. La Madre Ana de Jesús hace gran hincapié en recalcar: “Desde este punto, fue tanta la ligereza y consuelo con que caminamos, que los mismos carreteros decían, y algunas veces con juramento, que aquellas mulas desde que arremetieron por el vado del río no andaban sino que volaban, y que si un paso más dieran de donde los detuvieron, nos hiciéramos pedazos. Asombrando después a los caballeros de la ciudad de Beas que nos salieron a recibir”. Entraron en la villa a media tarde del 16 de febrero, a pesar del tiempo que habían pasado perdidos entre riscos.

Santa Teresa de Jesús
San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús

¿Quieres saber un poco más sobre Santa Teresa de Ávila?

( Tras los restos de Santa Teresa de Jesús "Cadena SER" )

Su nombre secular era Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada. Conocemos su obra y su labor como fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzas, Dónde nació y dónde murió. Pero en esta ocasión viajamos a través de las partes de su cuerpo desde el mismo momento que dejó de vivir en ella.

Nació en Àvila en marzo, donde hay tres espacios imperdibles: la casa natal de Santa Teresa, sobre la cuál están levantadas la iglesia y el convento de La Santa, y justo debajo está la gran cripta abovedada de enterramiento; fuera de la muralla, pero también en el centro, está el monasterio de San José, conocido como "Las Madres", y es la primera fundación de 'La Santa', de 1562; Por último, en las afueras de la ciudad, mirando hacia el lienzo norte de la muralla, La Encarnación, un lugar esencial para conocer la vida de la santa, ya que vivió allí desde 1535 hasta 1574.

Además, en Avila hay dos plazas importantes: 'El chico', mercado chico, donde está el Ayuntamiento; y 'El grande', el mercado Grande que se llama Plaza de Santa Teresa. Una plaza en la que hay dos estatuas de La Santa.

Restos repartidos por España y el mundo.

En cuanto a los restos de Santa Teresa, en esta ciudad hay dos partes de su cuerpo: la clavícula, en el convento de San José y el dedo, en la iglesia-convento de La Santa.

Pero Camino de Alba de Tormes, Santa Teresa enfermó, y falleció el 15 de octubre de 1582 en el convento que las Carmelitas Descalzas habían fundado en esta localidad Salmantina, origen del conocido Ducado de Alba.

Nace en Ávila y muere en Alba de Tormes y entremedias 67 años de vida y obra, de mudanzas física y espirituales, pero nada comparable con lo viajado en los 438 años que se cumplirán este jueves de su muerte.

Su sepulcro está custodiado y bajo diez llaves repartidas en tres juegos entre Carmelitas, el Ducado de Alba y Roma. Todo empieza mal cuando muere en Alba de Tormes. Dicen que el deseo de la santa era morir en Ávila, pero los poderosos Duques de Alba, aliados con las carmelitas salmantinas, la entierran en Alba de Tormes. Le pusieron tantas piedras encimas para que los de Àvila no se la llevasen, que a los nueve meses, tuvieron que abrir el sepulcro porque el cuerpo estaba pelín aplastado.

Ese día el confesor de santa Teresa, el monje descalzo Jerónimo Gracián le corta la mano izquierda. La mano la lleva a la congregación de Ávila para que tengan algo del cuerpo de La Santa y él, para sus rezos, se queda con el dedo meñique.

Pero en Àvila no se conforman con el detalle de la mano izquierda y organizan, a los tres años de la muerte de Santa Teresa, y a espaldas de los duques de Alba, la apertura del sepulcro y el traslado del cuerpo desde Alba de Tormes a Ávila. Lo consiguen y le cortan el brazo izquierdo del que antes cortaron la mano y lo dejan en Tormes. Como ellos ya tienen el cuerpo, la mano izquierda que poseían, se la regalan a las carmelitas de Lisboa. De esta manera, la mano izquierda emprende un nuevo viaje de Ávila a Lisboa pasa de Ávila a Lisboa

Los poderosos Duques de Alba se quejan al Papa Sixto V y este obliga a los carmelitas de Ávila a devolver el cuerpo de Santa Teresa a Alba de Tormes. Ante la imposición, en Ávila le quitan una clavícula aprovechando la tercera inhumación del cuerpo.

Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús


De esta manera, tras tres inhumaciones, la mano izquierda de Santa Teresa está, de momento en Lisboa, el brazo izquierdo en Alba de Tormes y en Ávila, la clavícula y dedo meñique .

En Alba de Tormes, ya felices con lo que quedaba del cuerpo de la santa, antes de cerrar su sepulcro, por orden del obispo de salamanca, deciden extirpar el corazón para exponerlo fuera junto al brazo izquierda.

En 1616 beatifican a Santa Teresa y para que la capital de la cristiandad tenga también su reliquia, se abre una vez más el sepulcro y se le corta el pie derecho que se envía a Roma.

Sus partes más diminutas, sobre todo dedos y dientes, algún trozo tamaño uña que ha llegado a conventos teresianos como el Puebla en México. Pero como no todo es abarcable, como dice la canción de los Tamara, nos vamos a Santiago a la búsqueda de una muela que está en el museo catedralicio.

La famosa mano incorrupta de Santa Teresa que estuvo tres siglo en Lisboa, pero que en 1910, tras la revolucion portuguesa y la expulsión del país de los carmelitas, termina en el convento de las carmelitas en Ronda (Málaga), donde se refugian las monjas portuguesas. Con la Guerra Civil, la mano se la quedan los republicanos, pero cuando cae Ronda en mano de los franquistas, estos la encuentran en la maleta de un oficial republicano y se la mandan a Burgos a Franco. Y Franco se la quedó. Junto a ella firmaba hasta las penas de muerte. Y es a la muerta del dictador cuando es devuelta a Ronda.

En año, 1963 tras 4 siglos, la mano y el brazo izquierdo de Santa Teresa estuvieron muy cerca. La Mano con Franco en el Pazo de Meirás. Y el brazo en el Ayuntamiento de A Coruña donde se hacía una exposición de la santa.

Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús

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