Un buen número de personas tiene la idea, probablemente teológica en esencia, de que la naturaleza sólo entraña perfección y no engendra nunca horrores o inutilidades, cuando en realidad sólo es implacable en su funcionamiento de una forma amoral, despersonalizada y, de este modo, inconsciente, tanto para lo que nosotros, pobres seres humanos, consideramos bueno como para lo que se nos antoja negativo. Las catástrofes naturales, por supuesto, las echamos en el segundo saco, y puede que no haya ocurrido una en nuestra historia tan desastrosamente encadenada como el gran terremoto que golpeó a la ciudad de Lisboa en siglo XVIII.
Lisboa, capital de Portugal, es una de las metrópolis más antiguas de Europa; su fundación se remonta a tiempos anteriores a la de Londres, París e incluso la ciudad eterna, Roma. En el siglo XVIII era el centro de un gran imperio, y se decía que el rey portugués, José I, poseía más oro que todos los demás monarcas europeos juntos, procedente de las minas de Brasil y del comercio de esclavos de África Occidental.
<< Nicholas Shrady: "De todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la tierra" >>
El 1 de noviembre de 1755, mientras se celebraban misas con decenas de miles de fieles por el católico Día de Todos los Santos en las cuarenta iglesias, los noventa conventos y los 130 oratorios con que contaba entonces la ciudad, sobrevino un terremoto de al menos 8,5 grados en la escala de Richter. Según el periodista norteamericano Nicholas Shrady, autor del libro "The Last Day", sobre esta hecatombe, “de todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina” porque era una ciudad rebosante de devoción”, cuya céntrica Plaza del Rossio servía para la quema de herejes por parte de la Inquisición.
A unos 250 kilómetros de la costa portuguesa, donde nadie esperaba seísmos de gran magnitud, se situó el epicentro, y dos placas tectónicas atlánticas chocaron furiosamente sobre las 9.30 de la mañana, provocando el mayor terremoto desde que hay registros en la historia de Europa. Miles de personas quedaron sepultadas bajo los escombros de los edificios que se derrumbaron por toda la ciudad media hora después, que fueron la mayoría, y según los testigos, era difícil caminar por las calles sin tropezar con cadáveres y graves heridos tras esta primera devastación.
<< Lisboa fue devastada por el terremoto, un tsunami, una tormenta de fuego y los criminales que escaparon >>
Primera porque, tras el seísmo de seis minutos y a consecuencia de este, pues había desplazado billones de litros de agua marina, un terrible tsunami llegó a Lisboa hora y media más tarde, cuando miles de supervivientes se habían concentrado en la inquisitorial Plaza del Rossio, frente al río Tajo, entre ellos, sacerdotes que instaban al resto a arrepentirse de sus pecados porque, decían, Dios había enviado aquella calamidad por su causa. Una pared de agua de varios metros de altura se abalanzó sobre ellos, que no tuvieron tiempo de refugiarse ni de huir, y los arrastró hacia el mar, llevándose la vida de centenares de personas.
Pero toda esa agua no fue suficiente para apagar cientos de incendios que se habían desatado en la ciudad, pues una cantidad ingente de velas que se habían encendido para la festividad religiosa, y tras el terremoto, el fuego provocado por las velas caídas asolaba Lisboa. Y, cuando se levantó el viento con por la noche, los incendios se extendieron, uniéndose hasta formar una gigantesca columna de llamas que, en opinión del historiador estadounidense Mark Molesky, autor del libro "This Gulf Of Fire", acerca de este concreto asunto, alcanzó sobre la medianoche la categoría de tormenta de fuego y superó los 1.000 grados centígrados.
<< La destrucción del palacio real supuso una pérdida cultural equiparable a la de la biblioteca de Alejandría. >>
Por si todo esto fuera poco, los criminales que habían escapado de las cárceles por las brechas abiertas en los muros debido al terremoto hicieron de las suyas en la ciudad, aprovechando el caos y la anarquía; centenares de ellos saquearon casas, palacios e iglesias, violaron a las mujeres y asesinaron a todo aquel que se les antojó. Y como el cataclismo había sido tal para Lisboa, la necesidad empujó a la población a recurrir incluso al canibalismo para sobrevivir después.
En 2004 se hallaron los restos de unas 3.000 personas de toda clase en una fosa común bajo el claustro de un antiguo convento lisboeta de la época, fallecidas durante el terremoto o en las horas siguientes, una pequeña cantidad de los muertos entonces, que fueron alrededor de 30.000, un 15% de la población total de Lisboa. Según el arqueólogo Miguel Antunes, entre esos restos encontraron pruebas de muertes por aplastamiento, por el fuego y por asesinato, y también del canibalismo. Además, sólo la destrucción por el gran incendio del Palacio de Ribeira, hasta entonces el de los reyes, supuso una pérdida cultural equiparable a la de la biblioteca de Alejandría según Molesky. Portugal perdió la mitad de sus ingresos anuales, y la capital, su relevante papel en el comercio del mundo.
<< El terremoto hizo a un lado a Dios y la gente contempló por primera vez la posibilidad de las causas naturales para estas catástrofes >>
Sin embargo, el buen montón de prostíbulos situado en una parte de la ciudad no sufrió daño alguno: “La gente pensaba que era una extraña demostración de la intervención divina”, dice Shrady; “los burdeles resistieron y las iglesias se derrumbaron”. Y por ello, no sólo se derrumbaron las iglesias, con decenas de miles de fieles en su interior, sino también una forma de pensar sobre el dios al que le rezaban en ese preciso instante: “El terremoto de Lisboa fue un acontecimiento decisivo en la historia europea”, afirma igualmente Shrady, “porque fue la primera vez que la gente comenzó a cuestionar las causas y la naturaleza de ese tipo de desastres”, hizo a un lado a Dios y contempló la posibilidad de las causas naturales para los mismos. << Una chispa de racionalidad que fue, quizá, lo único positivo de esta catástrofe perfecta. >>
Cúmplase el despacho antecedente, según y cómo en él se contiene.
Y, en su cumplimiento, lo que se puede hacer presente e informar sobre el pavoroso estrépito del terremoto acaecido en el día primero que rige, es:
Que siendo entre las nueve y media a las diez de la mañana, poco más o menos, notó Su Merced un ruido subterráneo tan formidable, de modo que hicieron el juicio los vecinos de esta villa, que se hundiesen sus edificios, por hallarse para empezar a decir la misa mayor, y empezó a temblar las paredes de la Iglesia, de modo que se tocaron las campanillas que hay en el coro para tocarlas cuando alzan a Su Majestad, y las de la torre se movían, de suerte que haber durado más se hubiera venido abajo, y se abrió y quebrantó el arco del coro, y cayeron abajo la mayor parte de las almenas de la Tercia, y asimismo algunas tapias de diferentes vecinos.
Duró dicho terremoto como medio cuarto de hora poco menos, aunque no sucedió desgracia notable que es lo que Su Merced puede exponer por haberse hallado presente, y no decirse otra cosa en razón de las demás preguntas. Así lo proveyó el Señor Manuel García Muñoz, el mayor alcalde ordinario de esta villa de Albaladejo, en ella, en veinte y dos días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años.
Manuel García Muñoz.
Por su mandato: Francisco de los Ríos.
En la villa de Alcubillas, en veinte y ocho días del mes de noviembre de mil setecientos y cincuenta y cinco años, en cumplimiento y observancia del despacho que antecede del Señor Gobernador de este Partido y carta Orden que le subsigue, el Señor Francisco García, Alcalde ordinario de esta villa por S. M., si lo que lo que [sic] puede y debe informar sobre el terremoto y temblor de tierra acaecido el día primero del corriente es:
Que siendo como a cosa de las diez de la mañana, poco más o menos, poco antes de subir el último signo a misa mayor se sintió un pavoroso terremoto y temblor de tierra, que causó a todas las personas y el pueblo grande pavor y espanto, tanto que se vio temblar la torre de la Iglesia parroquial de esta villa, junto con las demás murallas de dicha Iglesia, tanto que la cruz de la coronación de la torre a los vaivenes que daba quería topar la cabeza en el tejado de la torre. Y, al mismo tiempo, se vio por muchas personas de esta villa, que en las murallas de dicha torre se abrió una raja en el arco de la ventana donde estaba colocada la campana grande de dicha parroquia, lo cual dicha campana con este quebranto se desquició de un lado y se quedó colgada sólo en un lado, de modo que fue preciso para acudir a remediarla porque no se quebró, poniéndole prontamente esteros y leño donde hizo (?) esa fuerza y otras artes que se intentaron para su remedio por haberse puesto de modo no poder usarla y aún está inusable hoy en día.
Y dentro de la Iglesia también se vieron moverse los retablos y las Imágenes que en ellos había y las lámparas que hay en la Capilla mayor a un lado y otro de la Iglesia.
Lo que duró como diez o once minutos; de lo que ni se ha experimentado en esta villa ruina alguna ni el pueblo ni desgracia en los racionales ni irracionales ni hasta [a]hora se ha reconocido quebranto alguno más que el de la Iglesia, ni se han observado señales algunas antes de dicho terremoto. Que es lo que Su Merced puede decir en dicho asunto, y ha sucedido en esta villa, y lo firmó.
Francisco García.
P.[resente] el escribano público: Lucas Muñoz Hordóñez.
En la villa de Alhambra, en veinticinco días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años, el Señor don Cristóbal Ximénez, Alcalde ordinario por S.M. en ella, habiendo visto el despacho del Señor Gobernador de este Partido, con la Orden en él inserta, mandó se cumpla y, en su ejecución, y cumpliendo, dijo y debe sabe informar en el asunto de lo acaecido en el día primero de este mes, es:
Que siendo como a la hora de las diez de dicho día, estando Su Merced en las casas del presente escribano, con otras personas, advirtieron el ruido y estruendo que causó en los edificios el temblor de tierra y terremoto, por cuya razón desamparó la dicha casa, y salido a la calle, se vio cómo la torre y capitel de la Iglesia parroquial de esta villa daba muchos vaivenes en un lado y a otro, amenazando ruina como también otros edificios por cuya causa la gente que se hallaba en dicha Iglesia y el reverendo padre fray Juan de Santa María, religioso descalzo de la Santísima Trinidad, teniente de cura, quien se hallaba en ella confesando y para celebrar la misa mayor se echaron fuera, porque advirtieron temblaban los edificios y que caía tierra y de un retablo se cayó un pedazo sobre el confesionario, por lo que toda la gente se asombró y desfigurados, clamaban a Dios y a su Santísima Madre los librase de aquel conflicto.
Y en ellos sólo se vio se había arruinado un pedazo del Castillo que está extramuros de esta villa. Y también se advirtió que en la Iglesia parroquial y una ermita de Santa Catalina Mártir, que está inmediata a dicho Castillo, se quebrantaron las bóvedas y un arco de la tribuna de dicha Iglesia.
Pero en lo racional ni irracional no se ha oído decir haya faltado nada.
Y en cuanto a los edificios de las casas de esta población sí sólo que las noches antecedentes al temblor relampagueaba mucho. Que es lo que puede informar en el asunto. Y lo firma.
Cristóbal Ximénez.
Ante mí: Francisco de Arriata.
En la villa de Almedina, en veinte y dos días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco, ante el Señor Don Juan de Amores, Alcalde ordinario en ella, su término y jurisdicción por S. M., en vista de la Real orden inserta en el despacho vereda que hace causa, dijo que para su puntual obedecimiento, lo que puede informar por haberlo visto, y noticias de diferentes sujetos de la primera distinción de este pueblo, así eclesiásticos como seculares, es:
Que la mañana del día primero de este de la fecha, siendo como entre nueve y diez de ella, se experimentó espantoso terremoto o temblor de tierra; durando como seis o siete minutos, siendo su movimiento fuerte, dando principio con lentitud y creciendo de forma que los edificios, cerros y tierra tenían un crecido movimiento, causando terror a todos los vecinos de esta villa, los que desampararon sus casas y, con especialidad, los que se hallaban en la Parroquial de ella, por ser ahora en que se estaba celebrando la misa mayor, creyendo se arruinaba el templo, oyendo el ruido y cayendo de dicha Iglesia por varias partes algunas chinas, tierras y pedazos de yeso, algunos del peso de más de libra, éstos de la bóveda de la
Capilla mayor, la que quedó desunida de sus arcos, como dos dedos.
Y el arco toral del lado del Evangelio, mirando torcido a el Norte.
Y la torre, muchas personas la vieron desunida del cuerpo de la Iglesia. Y la cruz que la corona, quasi caída. Y esto, luego que cesó, se volvió a quedar en su ser, y sólo ha quedado el quebranto referido en la Capilla mayor y sus arcos.
Y en lo restante del pueblo, muchas casas han quedado maltratadas, y no [ha] habido noticia se haya experimentado desgracia alguna en lo racional ni irracional.
Que esto puede decir. Y le firmó Su Merced, de que yo, el escribano, doy fe.
Don Juan de Amores.
Ante mí: Juan Martín Carrasco.
[Remitido por el Corregidor de Villanueva de los Infantes, sin oficio].
Cúmplase el despacho vereda del Señor Gobernador de este Partido y Orden de Su Merced en él inserta. Y, en su cumplimiento, el Señor Juan Fernández Mata, Alcalde ordinario por S. M. de esta villa de Carrizosa, dijo:
Que el día de todos Santos, como a las diez de la mañana, poco más o menos, observó Su Merced y todo este pueblo que se movió el rumor subterráneo que aconteció en toda esta comarca.
Y, al mismo tiempo, el temblor de la tierra que duró como un cuarto de hora, poco más o menos, como también muchas personas vieron menearse la torre de la Parroquial de esta villa y juntamente caerse sus basas de sus cornisas.
Y algunos ladrillos.
Y el arco de la Capilla mayor de dicha Parroquia se ha quebrantado un poco.
Y dicho temblor fue como en la Iglesia y casas particulares, a que todos desampararon su habitación hasta que sosegado y visto lo que era el tal rumor y estruendo se templaron.
Y no ha sucedido desgracia alguna en lo racional ni irracional, pues se atribuye a milagro del Santísimo Cristo de la Piedad, Imagen de toda devoción en esta villa, el que no hayan sucedido muchas desgracias.
Esto respondió y firmó Su Merced en dicha villa de Carrizosa, y noviembre veinte y cinco de mil setecientos cincuenta y cinco años.
Juan Fernández Mata.
Por mandato de Su Merced: Pedro Joseph de Lillo Molero.
En veinte y cinco días de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años.
En cumplimiento y observancia del despacho precedente del Señor Gobernador de este Partido, y carta Orden en él inserta, el Señor Alphonso Ximénez Cano, Alcalde ordinario por S. M. de esta villa del Castellar de Santiago, dijo:
Que lo que puede y debe poner e informar sobre el terremoto acaecido en el día primero del que corre es:
Que siendo después de las diez de la mañana, estando Su Merced en la Iglesia parroquial de esta dicha villa, advocación de la Señora Santa Ana, oyendo la misa mayor, al comenzar los kiries se sintió un pavoroso terremoto subterráneo que causó a los circunstantes que estaban en dicha Iglesia (que era la mayor parte del pueblo) mucho pavor, a cuyo tiempo principió a temblar la tierra, y se reconoció conmoverse las Imágenes de los altares, y mecerse las lámparas durando como diez padrenuestros dicho temblor, lo que causó grande admiración.
Y, asimismo, por no haberlo visto otra vez, sin que a esto se hiciese movimiento más que algunas personas levantarse para irse a la calle, y el Preste rodear la cara desde el altar mayor, mirando si acaso salían de dicha Iglesia, pero la Divina Providencia y Misericordia envió el consuelo con el sosiego, sin haberse experimentado ruina alguna en el pueblo, ni desgracia en los racionales ni irracionales.
Que en esta villa no se ha reconocido quebranto alguno en sus edificios ni cosa notable, ni se ha observado antes de dicho terremoto cosa alguna, que es lo que Su Merced puede decir de dicho asunto y azar (?) sucedidos en este villa. Y lo firmó.
Alphonso Ximénez Cano
Ante mí: Juan Sanchez de Molina
Cúmplase el despacho que está en cabeza.
Y, en su cumplimiento, el Señor Juan Joseph Gómez Cornejo, Alcalde ordinario de la villa de Fuenllana, por S. M., habiendo oído y entendido, dijo:
Que el día primero de el corriente, estando Su Merced junto con la mayor parte de el pueblo oyendo la misa mayor, como a la hora de las diez, con poca diferencia, empezó a conmoverse la tierra de forma que los fieles que la estaban oyendo, empezaron a moverse sin poderlo remediar, mirándose unos a otros sin advertir el suceso, hasta que empezaron a caer del techo de la Iglesia y demás capillas algunos pedazos de yeso.
Y, al mismo tiempo, repararon algunas personas que el coro de dicha Iglesia se abría por las juntas de las paredes por donde caía[a] gran porción de tierra y chinas.
Y con este movimiento se empezó [a] atemorizar la gente, dando voces: «¡que se cae la Iglesia!», de donde salieron con alguna desaleración [sic] afuera y con el susto y terror quedaron algunas personas más puestas como amortecidas, que fue necesario rociarlas el rostro algunas personas con agua bendita para que volvieran en sí.
Cuyo terremoto duraría como un cuarto de hora, a corta diferencia, y hace que no ha sucedido hasta el presente muertes ni heridas.
Se experimentan algunas dolencias en personas de robusta salud, atribuyéndolo a milagro de Nuestra Señora de los Dolores y nuestro Padre Santo Thomás de Villanueva, Imágenes de la mayor devoción de este pueblo, donde ha experimentado milagro por haber caído algunos lienzos de algunas casas sin haber sucedido desgracia en persona alguna, como también el haberse quebrantado algunos arcos de la dicha Iglesia.
Esto respondió Su Merced, y firmó.
En la villa de Fuenllana, a veintitrés de noviembre de mil setecientos y cincuenta y cinco años.
Juan Joseph Gómez Cornejo
Por mandato de Su Merced: Jacinto Carrasco
La Solana, 19 noviembre 1755.
El Alcalde mayor.
Ilustrísimo Señor:
Señor:
En obediencia de la Orden de V. S. I., de 8 de el presente, que recibí en 14 de el mismo, sobre el temblor de tierra, y sus daños, previstos [sic] observados, movimientos en suelos, paredes y edificios, fuentes y ríos, habiéndolo conferido con las personas más advertidas, así eclesiásticas como seculares, de la primera graduación, y con las más expertas, a fin de la mayor exactitud, veracidad y conocimiento en el informe, debo decir a V. S. I.
Que la mañana primero de el corriente, entre nueve y diez, se sintió el temblor en esta villa, y duró un brevísimo tiempo, menos de medio cuarto de hora y, sorprendidas las gentes en hora que en las Iglesias había concurso, las desampararon con celeridad con que en sus edificios fue más advertido el terremoto, no ocasionó en gentes ni animales muertes ni heridas, ni quebranto en los edificios de esta población, la que, inmediatamente que pasó el temblor anduve para ocurrir a providenciar de el remedio que fuera necesario, y hallé que aún los edificios que por sí estaban anteriormente amenazando ruina, no tuvieron quebranto alguno.
Y en donde se advirtió, pero de corta consideración, es en la Iglesia de Trinitarios descalzos, de cuyo campanario cayó una bola de piedra y maltrató la parte de tejado y dos tirantes en que dio. Y también en la Iglesia parroquial de Santa Catalina, en un arco y bóveda que tenían quebranto parece haberle hecho algún aumento, igualmente, de corta consideración.
En cuanto a previsto [sic] del movimiento no se ha advertido señal alguna. En el río Azuer, menos de una legua de esta población, se experimentaba haberse acaudalado de aguas, de modo que los molinos harineros muelen sueltos los ladrones, sin que haya llovido para ello en los parajes que tienen conocimiento era necesario, cuya particularidad proviene de haberse rodado un peñón, en su primer origen del tiempo de el temblor, que así se ha entendido comúnmente, por cuya rotura arroja un grande golpe de agua que, según su estabilidad, se contempla de grande beneficio a los pueblos de la inmediación por los muchos molinos y tierra de vega que tiene y puede beneficiarse con el riego.
Dios guarde a V. S. I. los muchos años que puede.
Solana [= La Solana], y noviembre 19, de 1755.
Ilustrísimo Señor:
Don Thomás de Cañizares
Ilustrísimo Señor Obispo de Cartagena.
En la villa de Membrilla, en veinte y seis días de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años, el Señor Joseph de Mathas Ferrezuelo, Regidor perpetuo y decano de su dicha villa, y en quien reside la jurisdicción real ordinaria de ella, por ausencia del Señor Bicente Arcas Ferrezuelo, que lo es en propiedad, habiendo visto el despacho antecedente y Orden en él inserta, mandó se guarde, cumpla y ejecute.
En su cumplimiento debe informar que:
En el día primero del presente mes, en que se celebró la festividad de todos Santos, siendo a las nueve y media de la mañana, con corta diferencia, y a tiempo que se estaba cantando la hora de tercia en la Iglesia parroquial, y mucho número de personas en ella por la festividad del día, se oyó por la mayor parte de ellas un ruido subterráneo, que atemorizó las más de ellas. Y, a su continuación, se reconoció temblar la tierra como asimismo las murallas y bóvedas de dicha Iglesia, con un perceptible movimiento de toda ella, lo cual, reconocido por don Juan Pablo Muñoz, su cura párroco, mandó salir la gente que se hallaba dentro de dicha Iglesia, por ver se desprendían algunos pedazos de yeso de las bóvedas, lo que ejecutaron
con toda celeridad y asombro.
Y, estando en la calle, se reconoció y vio bambolear la torre, cruz y bolas, y duraría dicho temblor ocho minutos y sólo experimentado el desencaje de algunas de las piedras de la bóveda, que está a los pies de dicha Iglesia.
Y, asimismo, se ha reconocido que en la Capilla mayor del convento de Trinitarios calzados de esta villa está cuarteada la media naranja y un colateral quebrantada su bóveda. Como también un hastial de el coro, y algunas de las celdas contíguas a él.
Y por lo que hace al resto del pueblo, no se ha experimentado quebranto sustancial de todo, lo cual no ha resultado muerte, desgracia, ni herida, así en racionales como irracionales.
Y pasado que fue dicho temblor de tierra, por el expresado cura se convocó y habiendo la gente continuado en los Divinos Oficios y concluida que fue la misa mayor exhortó a la gente del grande peligro en que habíamos estado de perecer todos, por lo que en acción de gracias mandó a continuación cantar el TeDeumLaudamus, y desde el siguiente día se hizo un novenario de misas cantadas a las benditas ánimas con la asistencia de la mayor parte del pueblo, con la frecuencia de Sacramentos de penitencia y eucaristía.
Cuyo contratiempo y espantoso temblor cogió y empezó sin que persona alguna previese ni anunciase tal cosa ni menos se reconociesen señales que lo conjeturara.
Que es lo que puede y debe informar en virtud de lo que se manda.
Despáchese del conductor. Y lo firmó.
Joseph de Matas Ferrezuel
Ante mí: Luis Muñoz Alcaide
Muy Señor mío:
Recibo la de V. S., de 16 del corriente, en la que me comunica la Orden del Ilustrísimo Señor Gobernador del Real y Supremo Consejo de Castilla, de 8 de este mismo mes, por cuyo medio manda S. M. se le participen las novedades acaecidas en el temblor de tierra que se experimentó el día 1.o de este presente mes, con la cual, cumpliendo, debo noticiar que:
* En esta dicha villa se experimentó dicho temblor de tierra el citado día 1.o, entre nueve y diez de la mañana, que este pueblo estaba ayuntado en misa mayor.
* Que duró medio cuarto de hora, a muy corta diferencia, con mucho ímpetu y ruido, de modo que la tierra saltaba hacia arriba, las paredes y edificios hacían lo mismo.
* Y, advertido que fue dicho temblor, la gente, que en la Parroquial de esta villa estaba oyendo misa mayor, viendo caía yeso del techo, y que todo se movía, procuraron salir fuera, pero lo que sucedió fue que , habiéndose cerrado una puerta con la prisa que llevaban por salir, empujando unos a otros, cayó la mayor parte de gente, haciéndose de tal modo que se creyó se hubieran ahogado y lastimado muchos, pero fue Dios servido no sucediese ninguna desgracia.
Y hasta el sacerdote, revestido, tuvo que salir al cementerio, cuando le dio lugar la gente que estaba hacinada, y caída unos sobre otros.
* Y de que se pasó dicho terremoto, se volvió a concluir la misa y, aunque con mucho miedo, entraron a oirla los que menos tuvieron, y dicha Iglesia ha quedado muy quebrantada, con especialidad de medio abajo, que con grande temor se celebró y oye misa en ella, por haberse reconocido por expertos y decir estar muy contingente a hundirse.
* Y por no haber otro remedio es preciso pasar con esta contingencia, por no faltar al precepto divino, y se ha querido sacar de dicha Parroquial el Sagrado Sacramento, lo que se ha omitido por no haber otro paraje sagrado más que la ermita de Nuestra Señora de Luisiana, distante de esta villa dos tiros de arcabuz, antes que menos; cuya Parroquial necesita de prontísimos reparos para evitar los daños a que este pueblo está expuesto, sobre cuyo asunto tiene esta villa consultado al Señor Protector de las Iglesias de este territorio del Señor Santiago [= Encomienda de la Orden de Santiago. FRT] y, por miedo de perecer en las ruinas de dicha Parroquial , muchos dicen no van a misa, y los que lo hacen se están mirando a lo alto observando si hace movimiento a caerse, dejando de tocar el órgano por estar lo más quebrantado donde éste se halla sito.
* Y por lo respectivo a las casas de este pueblo se hallan muy quebrantadas, y gran parte de ellas caídas por la fatalidad de los tiempos, pero dicho temblor las han quebrantado mucho más y caído parte de algunas, de modo que con muchos ducados no se pueden reparar, aunque no ha sucedido tampoco en dichas casas desgracia alguna.
* Y por lo respectivo a ríos, pozos y fuentes, no se ha notado novedad, ni se ha dado cosa alguna. Puede ser el motivo el que este pueblo estaba en misa.
* Y en cuanto a que si antes de dicho terremoto se observó alguna señal anunciativa he adquirido la noticia de varias personas de crédito , que el día antes por la tarde se vio a Poniente un barrón como nube cerúlea, con claro por bajo, cosa que nunca se había visto, que aunque se extrañó esta señal, ninguno anunció si podía ser para dicho terremoto.
* Y luego que la gente salió a la calle de dicha Iglesia se dice quedaron en el aire que corría como mareados, y perturbadas las cabezas, y esto mismo he oído decir a muchas personas que las cogió en el campo, y en sus casas hablando de dicho terremoto.
Que es, únicamente, lo que puedo en el asunto informar y he podido inquirir por lo que a esta villa respeta.
Y con este motivo me repito a la disposición de V. S., cuya vida guarde Dios muchos años.
Therrinches [= Terrinches], y noviembre, 19 de 1755.
Besa la mano de V. S. su mayor servidor,
Miguel Rodríguez de ...... (?)
Señor Don Juan Palanco [= Corregidor de Alcaraz, quien lo remitió el 23-XI-1755].
En puntual observancia del despacho que precede y orden en él inserto, el Señor don Francisco Garzía de Novo, Alcalde mayor a esta villa de la Torre de Juan Abad, en término y jurisdicción, dijo: que por vista y experiencia propia lo que puede deponer e informar sobre el pavoroso terremoto acaecido en el día primero del que sigue es:
* Que siendo pocos minutos después de las diez de la mañana, hallándose Su Merced con otras personas y el presente escribano, a la puerta principal de la Iglesia parroquial de esta villa, advocación de Santa María de los Olmos, a el ir a entrar en ella para asistir a la misa mayor, como día clásico, notó un ruido subterráneo que le suspendió y, sin dar lugar a hacer juicio alguno acerca del origen, sintió la caída de varias chinas o fragmentos de la coronación del machón o estribo que coasuba (?) a sostener la fábrica de Iglesia a el lado izquierdo de la puerta principal; como acción natural elevó la vista a la parte de donde resultaba el sacudimiento y vio titubear la bola de piedra cantería que tiene por remate dicho estribo, oí desunirse las bases de la parte inferior de lo que resultaba el derramamiento o sacudimiento de las chinas o fragmentos que caían a el suelo y, aunque cesó inopinada y asombroso, exclamó diciendo era temblor de tierra, incitando a los concursantes a que se apartaran del edificio.
* Esta voz corrió a las personas que se hallaban dentro de la Iglesia, que salieron llenas de asombro por haber sentido el temblor en el suelo y especialmente repetidos crujidos, que habían visto y sentido en el retablo mayor y sus efigies.
* Ultimamente duraría el temblor de cinco a seis minutos y en el intermedio se vio titubear toda la fábrica de dicho templo y su torre con sacudimiento de sus piedras de los frailes o remates de los machones o estribos que circundan dicha Iglesia y algunas tejas, con que creció el asombro y la consternación viendo tan palpablemente amenazados las ruinas y de las demás casas de la población, pero la Divina Misericordia envió el consuelo con el sosiego sin haberse experimentado ruinas en el pueblo ni desgracia en lo racional ni irracional, después de lo cual volvió a congregarse la plebe en el templo donde se celebró la misa mayor dando gracias a Dios por la libertad de tan tremendo riesgo y por la tarde se repitieron, rezando el Santísimo Rosario con exhortación de don Alonso Guerrero, cura propio, para que se dispusiesen hasta el día del Patrocinio de María Santísima a recibir los Sacramentos de penitencia y eucarístía.
* Es cierto que Su Merced no notó ni observó señales ni ha podido adquirir noticia de las que anunciasen dicho terremoto, aunque después por informes seguros supo cómo se habían visto durante aquél, en gran copia, pájaros y aves que, a bandadas, vagueaban por los aires; hoy, si los hubiera visto, tal vez discurriera en ello, por lo que tiene leído, pero absolutamente fue inopinado el suceso.
* En punto de quebrantos no consta justificación de graves y como propensos a el fracaso, aunque sin ruinas se deben conceptuar algunos en los edificios, especialmente en dicha Iglesia parroquial y en la ermita de María Santísima de la Vega, distante media legua de la población donde, por aserción de don Manuel Romero, su capellán, se sintió el mismo temblor, al concluir el Santo Sacrificio de la misa, que estaba celebrando y los oyentes desampararon intimidados la ermita o Iglesia.
Que es cuanto sobre dicho asunto puede informar.
Y lo firmó en esta villa de la Torre de Juan Abad, a diez y ocho de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco
años. De que doy fe.
Francisco García de Noba
Ante mí: (?) .... Joseph Romez
En la villa de Torrenueba [= Torrenueva], a veinte y siete días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años, ante los Señores don Francisco Ignacio de Yepes, y Fernando Moreno Romero, Alcaldes ordinarios de ella por S. M. en ambos estados, se presentó el despacho que precede, expedido por el Gobernador de este Partido, con inserción de la Orden del Ilustrísimo Señor Gobernador de Castilla, y visto por Sus Mercedes, dijeron: se guarde, cumpla y ejecute.
Y, para que sea con la brevedad que se encarga, se toman los informes necesarios y, a continuación de esta diligencia, se pondrá el correspondiente. Y la firmaron.
Don Francisco Ignacio de Yepes, Juan Moreno Romero
Ante mí: Diego Joseph de Mota
Informe:
En cumplimiento del auto que precede, y de la Orden de el Ilustrísimo Señor Obispo de Cartagena, Gobernador del Consejo de Castilla, los Señores D. Francisco Ignacio de Yepes, y Juan Moreno Romero, Alcaldes ordinarios de esta villa, en ambos estados, dijeron:
Que sin embargo de lo que Sus Mercedes experimentaron en el temblor de la tierra, se han informado de varios sujetos así eclesiásticos como seculares de toda verdad y crédito, y de todo se verifica que dicho temblor y terremoto se sintió en esta villa, el día primero de el presente mes de noviembre, a la hora de entre nueve y diez de la mañana, y duró como un cuarto de hora, sobre dos minutos poco más o menos.
Cuyos movimientos fueron en esta parroquial Iglesia con algún extremo, en sus edificios y suelos (?), con algunos movimientos en la Imágenes de el retablo del altar mayor, y en la de Nuestra Señora del Rosario, que puso a todos los que asistían a la misa mayor que se celebraba, en su mayor conflicto.
Y de ésta resultó haberse quebrantado la muralla de la capilla de Nuestra Señora de Gracia.
En la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, Patrona de este pueblo, que se venera extramuros de él, se ha quebrantado la muralla de la parte de Poniente, que se hace preciso a pronto reparo.
Y fue general en este término el movimiento que dicho terremoto causó en la tierra.
Y en algunas casas particulares se ha experimentado algún quebranto.
Pero no han resultado muertes ni heridas en personas ni animales, que en esta villa no se ha reconocido cosa notable, más de lo dicho, ni han observado antes de el terremoto ni reparado señales que lo anunciasen.
Que es cuanto ha sucedido en esta villa y pueden informar Sus Mercedes.
Y lo firmaron en Torrenueva, a veinte y siete días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años.
Don Francisco Ignacio de Yepes, Francisco Moreno Rubio
Ante mí: Diego Joseph de Mota
Cúmplase el despacho vereda del Señor Gobernador de este Partido y Orden de S. M. en él inserto. Y, en su cumplimiento, el Señor don Blas Navarro Núñez Cerezuelo, Alcalde ordinario en esta Villahermosa por S. M., dijo:
Que el día de todos Santos, a las diez de la mañana, a muy corta diferencia, observó Su Merced y todo el pueblo que se movió el rumor subterráneo que acontecía en toda esta comarca.
Y, al mismo tiempo, el temblor de la tierra que duró como un cuarto de hora.
Y habiendo concurrido a la misa mayor en la Parroquial de esta villa muchas personas, vieron caerse algunos yesos y chinas, y con la ignorancia de lo intempestivo de tal temblor de tierra, por si era desplomarse los edificios, salieron súbitamente a la calle, y se observó estando en la plaza, que desde los cimientos se mecía la torre y capitel desatentadamente, con que se conturbaron los ánimos de todos.
Y dicen se inquietaron a un tiempo los cuerpos con angustias y otros accidentes, que cada uno presumía ser sólo; y fue común.
En ermitas y casas particulares desamparando de sus habitaciones, hasta que sosegado, y visto lo que era el tal rumor y estimando se templaron.
Y no ha acontecido sí sólo una mujer que del susto falleció a los dos o tres días, y con dos criaturas que ya estaban para nacer. Aunque se hacen juicio que será motivo de algunos accidentes según la moción. Y todos atribuyen a milagro de Nuestra Señora de la Carrasca, Imagen de toda devoción en esta villa, el que no haya sucedido mil desgracias.
Esto respondió. Y firmó Su Merced en dicha Villahermosa, y noviembre, veinte y dos de mil setecientos cincuenta y cinco años, Blas Navarro Núñez Cerezuelo.
Ante mí: Antonio Fernández de la Torre
En la villa de Villamanrique, en veinte y dos días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco. El Señor Martín García de Noba, Alcalde ordinario de ella, su término y jurisdicción, por S. M., en vista a la Real Orden, que inserta el despacho vereda que hace cabeza, Su Merced dijo que para su puntual obedecimiento, lo que tenía puede informar de vista y informe de diferentes sujetos de la primera estimación de este pueblo, eclesiásticos y seglares capitulares de él, es:
Que la mañana del día primero del que sigue siendo, como entre nueve y diez de ella, experimentó el espantoso terremoto del temblor de tierra, empezando con mucha tenuidad, creciendo de tal forma que las paredes, torres, arcos y tierra, tenían un crecido movimiento, causando terrible miedo a todos los vecinos de este pueblo, los que desampararon sus casas y, con especialidad, los que se hallaban en la Parroquial de esta villa, porque viendo el crecido movimiento que traía su torre, paredes y retablos creyeron algunas mujeres se levantaban los difuntos y otros que se caía dicha Parroquial, pero a Dios gracias, no se experimentó ruina ni perjuicio, muertes ni heridas en personas ni animal alguno, y sí un crecido quebranto en los edificios altos y, especialmente, en la torre de dicha parroquia, que hallándose cuarteada su fábrica se manifiesta vencer a la parte del Norte.
Y en la ermita del Señor San Miguel, que se halla en la calle Real de esta villa, se manifiesta el quebranto de haberse desplomado la bóveda que mira al Sur, manteniéndose como tres dedos separada de su muralla, y unos de los arcos cuarteados, por cuyos temerosos movimientos, contemplando milagro de Su Majestad el no haberse arruinado dichos edificios con total ruina de sus habitantes, se celebró con la solemnidad posible la misa mayor con una plática que doctrinalmente predicó el Señor cura, todo en hacimiento de gracias a Su Divina Majestad.
Y habiéndose juntado los Capitulares de esta villa, Señor cura y eclesiásticos y personas particulares, acordaron y votaron que, en lo sucesivo, dicho día primero del corriente se celebre, con igual solemnidad, misa mayor, asistiendo, confesando y comulgando dos personas de cada casa, acompañando el Santo Rosario que ha de salir por las calles la tarde de dichos días, y después se ha de cantar el miserere por los eclesiásticos de este pueblo.
Que es cuanto sobre dicho asunto puede informar, como también que no [ha] habido persona que advirtiese movimiento o señal que anunciase dicho terremoto.
Y lo firmó. De que certifico.
Martín García de Nova
Ante mí como fiel de fechos: Francisco Garzía Busto
Muy Señor mío:
Recibimos la de V. M., con inserción del Real Decreto que, por mano del Ilustrísimo Señor Gobernador del Real y Supremo Consejo de Castilla, a fin de que se comunique circular para que las Justicias den puntual noticia de los efectos que en sus respectivas jurisdicciones causó el temblor de tierra que se experimentó en primero del próximo pasado.
Y, cumpliendo con su tenor, hemos solicitado inquirir con la mayor exactitud de personas de la mayor experiencia que en la cortedad de este pueblo se hallan.
Lo que sobre el consabido asunto han prudenciado, tocado y experimentado con cuyos fundamentos debemos informar.
Que el temblor principió a las nueve y media y su duración sería como la mitad de medio cuarto de hora, poco más, antes oyéndose un ruido como de tambores, y acaecido a el tiempo en que se estaba celebrando la misa mayor, causando el rumor tal confusión que los diáconos y Preste, sin prevención del motivo, y haciendo crujir el retablo y techumbre, y viendo algún lento movimiento de los edificios, desampararon el altar, inteligenciados en que la fábrica se demolía y fueron a buscar refugio, lo que fue incitativo para que el auditorio, que ya había empezado a temer y buscar más seguro asilo, se amontonase a las puertas, dejando la Iglesia desamparada.
Y, a breve distancia, se restituyeron viendo pasado el peligro, y conocido haber sido temblor de tierra. Y se prosiguió la misa que estaba en los principios.
Sin que se haiga advertido quebranto en edificios ni desgracia en persona y sí en dos animales, uno borrical y otro lanar, que, dando vueltas durante el temblor, quedaron muertos.
Y en un venero copioso que sale inmediato a esta villa salió el agua muy turbia, y duró como tres horas más.
Que es cuanto podemos informar en obedecimiento de lo que se nos manda con la integridad que es correspondiente.
Dios guarde a V. M. muchos años.
Villanueba la fuente [= Villanueva de la Fuente], y noviembre 29, de 1755.
Besa la mano de V. M. sus más afectos servidores,
Don Juan Antonio de la Dueña Ysova, Matheo Francisco Ximénez
Señor Don Juan Palanco [= Corregidor de Alcaraz, quien lo remitió el 14-XII-1755].
Villanueva de los Infantes, 17 de noviembre de 1755.
El Corregidor.
Responde a la Orden que se le comunicó en asunto al temblor de tierra.
Ilustrísimo Señor:
En consecuencia de la carta Orden que recibí de V. S. I. con fecha 8 del corriente, en que a resolución de S. M. (que Dios guarde) me previene V. S. I. le dé puntual noticia de si en esta villa, y en las de consideración que comprende su Partido y tesorería, se sintió el temblor de tierra que se experimentó en esa corte la mañana del día primero del corriente, qué tiempo duró, qué movimientos se observaron y qué ruinas y perjuicios ha ocasionado en las fábricas, y si han resultado algunas muertes o heridas en personas y animales, para participarlo a la Real persona, con cuya vista, y cumpliendo con tan superior precepto, digo a V. S. I.:
Que en el mismo día citado, a hora de las nueve de la mañana, por tiempo de ocho minutos, se padeció en esta villa el expresado temblor de tierra que causó generalmente a sus vecinos el mayor temor, pero mediante la Divina Providencia, no se experimentó daño alguno en edificio ni en cosa viviente ni aún del más mínimo animal, atribuyendo el milagro el haber salido de aquel conflicto, por lo que dispuse, con la villa, una función solemne de Iglesia, que se celebró en el convento de religiosos de nuestro seráfico Padre San Francisco, con sermón, misa, y procesión de Su Majestad sacramentado,
con el Te Deum Laudamus en hacimiento de gracia.
Tampoco se admitió anterior señal en nada para dicho temblor que esto que debo informar a V. S. I. con la mayor ingenuidad.
Por lo que hace a las villas del Partido y Tesorería, he despachado las ordenes convenientes para que hagan los correspondientes informes, que conforme los vaya recibiendo los iré remitiendo a manos de V. S. I.
Dios guarde a V. S. I. los muchos años que deseo.
Villanueva de los Infantes, y noviembre 17 de 1755.
Ilustrísimo Señor: Besa la mano de V. S. I. su más atento servidor, Fernando Estevan Delgado
Ilustrísimo Señor Obispo de Cartagena.
[Nota: Los numerosos envíos de informes de pueblos que efectuó Villanueva de los Infantes los hizo sin oficio de remisión. FRT).
(1 de noviembre de 1755)
Monografía núm. 19 - Ministerio de Fomento.
Dirección General del Instituto Geográfico Nacional
"José Manuel Martínez Solares"