Camino de Aníbal o Vía Augusta

Vía Hercúlea, Ruta del Esparto ó Camino de San Vicente Mártir

Introducción

La vía Augusta fue la principal de las calzadas romanas en la península ibérica: la que la unía a Roma. La Vía Augusta rinde homenaje a su impulsor, el primer emperador, Octavio Augusto, plenamente consciente de la importancia de esta red viaria que se extendía de Cádiz a los Pirineos para la consolidación del Imperio.

Construida en el siglo I de nuestra era, el legado de sus más de 1.300 kilómetros constituye en la actualidad el principal eje de comunicación de España con el resto de Europa.

La Vía Augusta no fue terminada hasta la completa pacificación de la península ibérica. La romanización del territorio fue un proceso lento e irregular que se inició en el siglo II antes de Cristo, cuando Roma fue abriéndose paso aquí desde el norte.

Habría que esperar casi dos siglos, hasta el año 19 a.C. para que la conquista peninsular de Iberia se transformara en Hispania. Solo entonces se planteó la construcción de una carretera que, a imitación de la Vía Apia, permitiera conectar con Roma el valle del Guadalquivir y el Levante español.

Se trataría de una prolongación hacia el sur de la mítica Vía Domitia (que conectaba la parte mediterránea de la Galia con Roma)

Camino de Aníbal o Vía Augusta

Es una de las vías más estudiadas, más transitadas y mejor conocidas desde la Antigüedad, aparece en testimonios antiguos como los Vasos Apolinares y el Itinerario de Antonino. Comenzaba en Cádiz, pasaba por la actual localidad de La Junquera, donde se prolongaba con la Vía Domitia, que bordeaba la costa del sur de la Galia hasta Roma. Constituyó el eje principal de la red viaria en la Hispania romana.

A lo largo de las épocas ha ido recibiendo diferentes nombres como Vía Hercúlea o Vía Heráclea, Camino de Aníbal, Vía Exterior, Camino de San Vicente Mártir y Ruta del Esparto. El emperador Augusto le daría nombre, a raíz de las reparaciones que se llevaron a cabo bajo su mandato, sobre los años 8 y 2 a. C., cuando se convirtió en una importante vía de comunicaciones y comercio entre las ciudades y provincias y los puertos del Mediterráneo. Actualmente las carreteras N-IV N-420, N-340 y la autopista del Mediterráneo (A-7, AP-7, A-70) siguen en muchos tramos el mismo itinerario que la Vía Augusta. De hecho, en algunos tramos de la actual N-340 se utilizó la calzada romana hasta principios del siglo XX, siendo asfaltados en los años 20, durante la Dictadura de Primo de Rivera.

La existencia de la Vía Augusta permitió al Imperio allanar el camino a sus legiones, ayudar al desarrollo de las colonias y acelerar el comercio y la economía de mercado. Gracias a ella, Roma pudo suministrarse de Hispania trigo, aceite, vino, conservas, cerámica o lana.

También de metales que eran escasos en Italia, como oro, plata, cobre o hierro. Ir desde Cádiz a los Pirineos suponía mes y medio de viaje, y de Cádiz a Roma podía tardarse, a la media habitual de 26 kilómetros diarios, un promedio de tres meses y medio. Casi nada.

Arcos triunfales (como los de Barà o Cabanes), puentes (Córdoba, Cástulo, del Diablo en Martorell) y monumentos funerarios (necrópolis de Carmona, Torre de los Escipiones en Tarragona, altar de César en Gerona) jalonan el recorrido de la Vía Augusta. Algunos restos han llegado hasta nuestros días.

En los Vasos Apolinares o Vasos de Vicarello, cuatro vasos de plata hallados en 1852 cerca de Roma, están grabados los nombres de las distintas mansiones o ventas del camino, junto con las distancias entre cada una de ellas. Esta vía fue conocida como Vía Augusta tras las reparaciones hechas en tiempo de este Emperador, y también como Vía Heraclea, en recuerdo del mítico viaje de Hércules en busca de los bueyes de Gerión, o Camino de Aníbal, por ser un paso muy transitado de los ejércitos cartagineses en sus andanzas militares durante la Segunda Guerra Púnica.

Hay cierta confusión en la denominación de esta vía ya que se desdobla desde Saetabis (Játiva) en dos ramales, de los cuales uno sigue la costa hasta Cartago Nova (Cartagena y desde allí se interna hacia Cástulo (Bailén), y el otro desde Játiva transcurre por el interior hasta Libisosa (Lezuza) y aprovecha el valle entre el Campo de Montiel y las sierras de Alcaraz y Cazorla, para llegar a las inmediaciones de Cástulo.

La variante del interior es la que aparece en los vasos de Vicarello, y parece ser la más antigua, mientras que la de la costa sería la que arreglara Augusto, según dice Estrabón. De ella habla Asinio Pollión en la célebre epístola a Cicerón, sobre la gran inseguridad existente en el Saltus Castulonense, en la parte oriental de Sierra Morena. Esta sería asimismo la que utilizó Julio César en su famoso viaje de 24 días desde Roma a Obulco para enfrentarse a los hijos de Pompeya en Munda.

El Campo de Montiel posee multitud de referencias y puntos de interés sobre esta importante vía romana, tales como la villa romana de La Ontavia y el Castillejo del Bonete (Terrinches), la villa romana del Puente de la Omilla (Albaladejo) o las estaciones de Mariana y Mentesa, (Puebla del Príncipe y Villanueva de la Fuente).

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